El anillamiento científico de aves es una forma de conocer de cerca la riqueza de la naturaleza melillense, explica Francisco Pérez, anillador científico y coordinador de SEO Birdlife a nivel local. “Lo primero que decimos es que conozcan el trabajo que realizamos, que conozcan las especies de flora y fauna que tenemos aquí, porque para protegerlas, lo primero es conocerlas”.
Son aproximadamente las 07:00 horas y Pérez ha ido acompañado de tres personas para que le ayuden a colocar las redes que servirán para atrapar las aves y poder así anillarlas. “Estas redes se llaman redes japonesas o de niebla” y están hechas para que no se vean a no ser que les dé el sol o el viento. Además, están pensadas para que el pájaro no sufra cuando choca con ellas, pues tiene como unos doblados que hacen de bolsa.
Una vez que se ha desenganchado el ave con cuidado, se mete en una bolsa blanca de algodón opaca. “La bolsa es suave, el pájaro aquí está tranquilo y al no ver, evitamos que se ponga nervioso”. La forma en la que hay que coger sujetar al ave es crucial para no dañarlo, se puede agarrar del cuello sin apretar y por los muslos cuando son pequeños.
Son cuatro redes las que ha colocado el grupo en una zona de campo de Melilla y una a una las aves van cayendo: petirrojos, mosquiteros, mirlos, currucas… El siguiente paso es ponerles la anilla, que es como un DNI, y tomar sus datos biométricos. Toda la información se sube a una base de datos internacional para que sii el ave migra o cambia de lugar y es observado por otro anillador, se pueda reconocer.
Pérez subraya la importancia de estudiar las especies de aves porque pueden dar mucha información, no solo sobre el pájaro, sino también acerca del cambio climático, migraciones, datos sobre geopolítica e incluso pueden recoger detalles sobre la dieta de estos, lo cual da una idea sobre la flora del lugar. “El límite en estos anillamientos es el cielo, se pueden tomar tantos datos como se quieran”.
Diego Jeréz, uno de los expertos más importantes de aves de Melilla, es uno de los que acompaña a Pérez. Lleva décadas observando aves en Melilla y Marruecos, explica que antes no había tórtolas.
“Sería bueno que Melilla empezase a salir en el mapa por cosas como estas”, recalca Pérez sobre el anillamiento. Señala que el resto de regiones del país están más desarrolladas en este sentido y pone de ejemplo a Ceuta, la cual tiene dos estaciones de anillamiento e incluso posee una revista en la que se publican los datos científicos recogidos. “No tenemos ningún apoyo en Melilla, hoy estamos anillando en un descampado y gracias”.
“¿Las dificultades para anillar en Melilla? Son todas”, dice Pérez. Expone que la mayor parte del terreno natural de la ciudad es militar, por lo que hay unas restricciones que podrían ser sorteadas con un convenio de colaboración. También hay numerosos terrenos, que no saben si son privados o no, “que están llenos de basura o vive gente”. El gran número de gatos asilvestrados que hay es un problema añadido que existe en todas las provincias, “pero no con la magnitud con la que lo tenemos en Melilla”.
El total, han anillado 22 pájaros en una sola mañana.
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