Alrededor de las 12:00 horas del lunes, el cierre del puesto fronterizo de Farhana provocó el colapso de los pasos de Beni Enzar y Barrio Chino. En este último, incluso, la Guardia Civil se vio obligada a intervenir por diversos disturbios en el tránsito de los porteadores. Como consecuencia de los mismos, Ylyass Azdouffal, un melillense de 17 años de edad, recibió un golpe en la cabeza que le causó una brecha considerable en el cráneo y del que acusó a un agente del citado Cuerpo de Seguridad, al que persiguió tras levantarse del suelo con la cara ensangrentada.
El menor fue atendido por los efectivos sanitarios en el propio paso y, posteriormente, trasladado al Hospital Comarcal, donde le pusieron cinco puntos de sutura y una férula en la mano izquierda y parte del antebrazo. Apenas unas horas después de recibir el alta con diagnóstico de “policontusiones”, Ylyass, acompañado por su madre y sus hermanos, visitó la redacción de El Faro y contó a este periódico su versión de los hechos sucedidos hace sólo dos días en la frontera de Barrio Chino.
–¿Qué ocurrió exactamente en el paso?
–Yo estaba con varios compañeros de clase trabajando en el puesto fronterizo. Cogí una rueda y de repente apareció un guardia civil con una porra y me pegó. No me dijo ‘Quítate’, ‘Perdona’, ‘No vayas por ahí’... Nada. Vino corriendo y me pegó. ¿Por qué? Porque él está acostumbrado a pegar a los marroquíes y ellos, como no tienen papeles, no hacen nada y no denuncian. El agente me golpeó, se apartó y yo me quedé ahí. En ese momento, notaba que toda mi cabeza se movía. Me levanté con rabia y le pregunté por qué me había pegado ahí y no en la mano o en el pie. Y el hombre, con mala cara, sólo me gritaba que no le tocara. La Guardia Civil me sentó y me dijo que me iban a dar el número de placa. Todos lo escucharon. Luego, fuimos a la Comandancia, pero nos dijeron que no podían darnos nada, sólo hacer la denuncia, aunque cuando yo me caí me habían dicho que sí. La sensación es que se defienden entre ellos y que lo que me pasó a mí no le importa a nadie.
–Has dicho marroquíes, pero tú eres de Melilla.
–Sí, pero él se creía que yo era marroquí. Cuando hablé con él en español, se asustó. Se quedó pensando “Uff, es melillense”. Entonces, se quitó la placa y se marchó. Yo estaba mareado y sangrando por la cabeza. Entonces llegó la ambulancia y me marché al hospital. Ese hombre no me pidió perdón, ni me atendió. No debería estar en el Cuerpo de Guardia Civil. Si pega por pegar, le hará daño a todo el mundo, español o marroquí.
–La Guardia Civil habló de una “alteración previa del orden público”. ¿Tú participaste en algún disturbio?
–No. Yo no llevaba ningún bulto, no subí, no tiré nada, no salté la valla… Yo cogí una rueda. Sólo una rueda. Y él vino corriendo y me pegó con ganas. En diez segundos, me vi a mí mismo con sangre en la cara. Me levanté e intenté hablar con él. Sus dos compañeros no hicieron nada y se portaron bien y me ayudaron, pero en la cabeza de este hombre, parecía que aquello era una guerra y que quería hacerle daño a todo el mundo.
–¿Qué pasó después?
–Todo pasó muy rápido y no tuve tiempo ni de pensar. Unas 20.000 veces pedí la placa y me dijeron “tranquilo”, pero luego nada. En el momento, todos me ayudaron, pero a la hora de la verdad, nadie ha estado dispuesto.
–Tienes una brecha en la cabeza y una férula en la mano, pero dices que sólo fue un golpe.
–Sí, pero con mucha fuerza. Él me dio en la cabeza, aunque también sentí el dolor en el brazo. Yo soy epiléptico, así que menos mal que en ese momento no sufrí un ataque, porque me podría haber quedado allí. Cuando sentí el mareo, creía que estaba empezando a tener una crisis.
–¿Cómo te encuentras físicamente?
–Me dieron cinco puntos en el hospital y siento que mi cabeza todavía está caliente. Me duele mucho. Y en la mano, del ‘rebote’, hay tres dedos que están bien, pero apenas puedo mover los otros dos. Me pegaron muy fuerte. No lo esperaba de un guardia civil.
–¿Y mentalmente?
–Cada vez que pienso en lo que me ha pasado, me acuerdo de esa persona y en cómo me golpeó... Lo hizo con ganas. Yo me quedé pensando “¿Este hombre qué ha hecho?” Y se fue, como si fuera un día normal para él. Creo que nunca me va a pedir perdón.
–¿Recuerdas su cara?
– Si lo tuviera delante, lo reconocería perfectamente. Nunca voy a poder olvidar su cara. Está en mi cabeza y cada vez que me duele el brazo o la herida del cráneo, pienso en él.
–¿Qué le dirías si tuvieras la oportunidad de hablar con él?
–Primero, le preguntaría por qué me ha pegado en la cabeza y no en la pierna o en la mano. Y en segundo lugar, qué le he hecho yo para que me golpee de esa manera. Me podría haber dicho, como cualquier otro guardia civil, “quítate por favor” o “no te pongas ahí”. ¿Por qué él vino a golpes y sin que yo le viera?
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