No hay año en que la celebración del Día de Melilla no genere polémica entre los partidos políticos de la ciudad. Una jornada que debería servir para resaltar la unidad de todos los melillenses y conmemorar la españolidad como nexo de unión de la plural sociedad local, se ve una y otra vez ensombrecida por la pelea entre los políticos.
Ahora resulta que CpM no fue a la entrega de la Medalla de Oro, uno de los puntos esenciales de la fiesta, porque dársela a Andalucía se decidió por “la fuerza de votos”; es decir, porque lo aprobó el PP utilizando su mayoría absoluta en la Asamblea. A los cepemistas no les falta razón cuando piden consenso ante un galardón que es el más alto reconocimiento institucional de Melilla pero justificar así su ausencia de los actos es una falacia.
Tal y como ya había adelantado en un comunicado hecho público el propio día 17 de septiembre, CpM no va a esa conmemoración porque entiende que se trata de algo que divide a los melillenses. Craso error porque si algo une a todos los ciudadanos es su pertenencia a un mismo país, España, al que la ciudad pertenece desde hace 526 años y eso es precisamente lo que se celebra.
CpM emplea diversos argumentos para ausentarse de unos actos a los que jamás ha asistido. Entre las últimas justificaciones está ahora lo de “imposición de la derecha más reaccionaria” que supone una novedad con respecto a explicaciones de años atrás.
Tampoco el PSOE ha ahorrado críticas, en este caso como consecuencia del contenido del discurso del presidente, Juan José Imbroda, porque, según afirmó Gloria Rojas, fue más un mitin del PP que una intervención institucional. Bueno, es su forma de verlo y merece todo el respeto aunque quizás no era el momento más oportuno para expresar la queja.
Y luego está Somos Melilla y su líder, además de diputado local, Amín Azmani, que si algo tiene es bastante sentido común. Su propuesta de que la historia de la ciudad se estudie desde los colegios a partir de Primaria es una buena iniciativa porque se ama lo que se conoce y lamentablemente hay muchas personas que desconocen el porqué de una Melilla española.
Conocer la historia real con todos sus matices hará que las nuevas generaciones tengan un sentimiento más arraigado de su nacionalidad española, se percaten de que la españolidad es precisamente lo que une a los melillenses y a partir de ahí se desarrolle un sentido de pueblo muy necesario sobre todo en territorio fronterizo.
A la espera de conocer el contenido de la moción que anunció Amín Azmani el mismo domingo por la noche, la propuesta parece sólida y necesaria. Veremos entonces, además, qué grupos políticos están dispuestos a apoyar que la historia de Melilla esté en la formación de los futuros ciudadanos.
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