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A la yugular

El líder de Ciudadanos, Eduardo de Castro, insinuó ayer que desde Coalición por Melilla le había llegado la propuesta de presentar una moción de censura para desbancar a Imbroda del Gobierno.

La diputada de CpM Dunia Almansouri tardó en negar la mayor, “lo que duran dos peces de hielo en un wisky on the rock”, que diría Joaquín Sabina.
Si bien De Castro no ha dicho nunca que la oferta para que Ciudadanos se sume a una moción de censura haya salido de la bancada cepemista, sí tuvo la gentileza de aclarar que no lo propuso el PSOE sino “el mismo partido que insistía en formar un Gobierno alternativo”. Blanco y en botella.
El runrún de la moción de censura ya lo sacó a colación el líder de C’s en Melilla en el Pleno del pasado lunes, cuando se aprobaron inicialmente los presupuestos de este año con los votos a favor de PP y PPL y en contra, de PSOE, C’s y CpM. En el debate parlamentario, De Castro no dijo por dónde iban los tiros, pero (como de costumbre) metió el dedo en el ojo de Paz Velázquez e insinuó que la diputada de PPL podría apuntarse a la moción de censura y traicionar a Imbroda si en lugar de un sillón se aseguraba dos para su formación.
De Castro jura que no quiere apuntarse a la moción de censura, pero está claro que sí se apunta a hablar de ella. Le gusta.
En la política nacional, el Congreso sólo ha debatido mociones de censura en dos ocasiones, una en 1980, de los socialistas contra Adolfo Suárez y otra en 1987, de los populares contra Felipe González. Ninguna de ellas prosperó.
A nivel municipal hay antecedentes recientes. A finales del año pasado el PSOE arrebató la alcaldía de Tarifa al PP tras presentar una moción de censura. El Partido Popular  había ganado las elecciones de mayo, pero se había quedado al borde de la mayoría absoluta. El resto de formaciones se unió y le quitaron el bastón de mando al regidor Juan Andrés Gil.
También hay antecedentes de amagos de moción de censura provenientes de Ciudadanos. En el Ayuntamiento de Granada amenazaron en noviembre del año pasado con presentar una si no dimitía una concejal de Urbanismo imputada por supuesta prevaricación urbanística.
En esas estamos en Melilla. No nos basta con que llevemos casi dos meses con un Gobierno en funciones en Madrid para ser testigos de cómo nuestros políticos se entretienen afirmando y desmintiendo la posibilidad de una moción de censura en la ciudad.
Mientras tanto, PPL y C’s siguen con su guerra particular. Ayer De Castro, en el ojo de todas las polémicas, definió a Ignacio Velázquez “cadáver político”.
La acusación necrófila puso en guardia a Populares en Libertad, que no tardó en arremeter contra De Castro para llamarle “titiritero de la redes sociales”.
El patio está animado y vendría bien que siguiera así. Sólo falta que la energía que emplean en su rifirrafe la dediquen también a proponer soluciones para Melilla.

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