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Centenares de familias quisieron saludar ayer en persona a los Reyes Magos. Niños y adultos dieron una multitudinaria bienvenida a sus Majestades que llegaron sobre las cinco de la tarde a Melilla en un precioso barco desde Oriente.
Hace unos años la Ciudad propuso a Melchor, Gaspar y Baltasar que a su llegada a la ciudad dedicaran unos minutos, en el puerto deportivo, a los niños que allí les recibieran y cada 5 de enero son centenares los que les esperan en esta zona de la ciudad con su mejor sonrisa e incluso, con alguna carta que otra, pues los hay muy despistados que lo dejan todo para el último momento. Los niños esperaron con paciencia a que sus tres Reyes Magos desembarcaran, pero una vez que los veían a lo lejos repartiendo caramelos no cesaban de gritar sus nombres. Es cierto que cada uno tiene su favorito, pero como los tres son los que dejan regalos en sus casas, al final acabaron por llamarles a todos.
Los padres les pedían a los Reyes que se hicieran fotos con sus pequeños. Para ellos es más cómodo estar en esta zona de la ciudad y que los niños puedan ver de cerca a Melchor, Gaspar y Baltasar. En la cabalgata siempre algo más frío y hay mucha más gente, por eso prefieren llegar temprano al puerto, escoger un buen sitio y esperar a que los Reyes Magos pasen por su lado para que sus hijos reciban un abrazo y caramelos.
Cada año son más las familias que optan por recibir a los Reyes en el puerto. Ayer no cabía un alfiler a lo largo del vallado y los Reyes tuvieron que afanarse por saludar a todos los niños.
El presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, y el viceconsejero de Festejos, Francisco Díaz, fueron los encargados de recibir a sus majestades nada más desembarcar. Les desearon suerte en su recorrido mientras que la Banda de Tambores y Cornetas interpretaban varios villancicos que amenizaron el paseo de los Reyes por todo el puerto.
Una vez que terminaron este recorrido y tras saludar a centenares de niños, Melchor, Gaspar y Baltasar marcharon hacia el Hospital Comarcal, donde entregaron juguetes a los pequeños que están enfermos y que no podían asistir a la cabalgata.