Melilla, como el resto de regiones españolas implicadas en la Operación Paso del Estrecho (OPE), ultima los preparativos para conseguir la mayor fluidez en el tránsito por nuestra ciudad de los miles de marroquíes que regresan de vacaciones a su país y que posteriormente retornarán a sus lugares de trabajo. El dispositivo tendrá un coste de 30.000 euros para las arcas municipales. Decenas de policías locales colaborarán con los agentes de la Policía Nacional y de la Guardia Civil. Habrá apoyo de Protección Civil. Participarán los voluntarios de la Cruz Roja. Se sumarán profesionales sanitarios y habrá informadores-traductores para atender a los ciudadanos del país vecino.
Y sin embargo, a pesar de todo el esfuerzo económico, del trabajo de coordinación y de la disponibilidad de efectivos, tampoco es posible garantizar que este año no volverán a registrarse atascos en la frontera. La labor conjunta del Ejecutivo central y de los autonómicos caerá en saco roto si por parte de las autoridades del país vecino no se produce la misma implicación. E incluso así, tampoco está garantizado el éxito porque la colaboración de los efectivos melillenses y los marroquíes es un objetivo que no parece alcanzable de momento. Ni si quiera en un asunto en el que los principales beneficiados son sus ciudadanos los responsables del país vecino se muestran dispuestos a coordinar esfuerzos.
Hasta que llegue ese día en que la cooperación sincera entre ambos lados de la frontera sea una realidad, los melillenses sólo podemos preocuparnos por hacer lo más llevadera posible la espera a nuestros vecinos marroquíes. Quizás algún día estén en disposición de poder exigir en sus gobernantes la misma consideración que reciben por parte de las autoridades de los países que atraviesan hasta que llegan a Marruecos.