La riqueza arqueológica del subsuelo podría contener la secuencia completa de la historia de la ciudad autónoma. Hoy arranca la última fase para recuperar un camino cubierto y un glacis en los fuertes de Victoria grande y Rosario, según comunicó ayer la Ciudad Autónoma en nota de prensa. Las tareas se llevarán a cabo de manera manual. Para este último tramo del proyecto se ha contratado a un equipo compuesto por 18 operarios y dos arqueólogos, que se encargarán de la dirección de las excavaciones. Se estima que durarán unos cuatro meses.
Esta etapa del proyecto se llevará a cabo después de que en octubre del año pasado se encontraran en la zona restos cerámicos romanos del siglo I a.C., lo que hace augurar que el suelo tiene “una gran riqueza arqueológica”. El presupuesto total de licitación de estas excavaciones se estableció en 189.644 euros, aunque en la adjudicación definitiva sufrió una ligera rebaja, licitándose finalmente por 186.840 euros. La mayor parte de esta cantidad económica, en concreto 147.560 euros, corresponde a la mano de obra directa.
Antes de acometer la fase final de la excavación arqueológica, el Gobierno local llevó a cabo diferentes actuaciones en la zona para que la recuperación de los elementos enterrados fuera más sencilla. Así pues, la primera actuación tuvo lugar en julio del pasado año, en el marco de las actividades que realiza la Viceconsejería de Juventud.
Durante un par de semanas de trabajo, dos grupo de voluntarios llevaron a cabo labores de limpieza y excavación en las plazas de armas situadas en la cara sur de Victoria Grande, así con en el camino cubierto que las protege. De la misma manera también se propuso recuperar la planta del fortín de San Antonio, situado en la contraescarpa del fuerte.
Durante la segunda fases de tareas, seis peones se encargaron de comprobar la existencia de este muro y su estado de conservación. En esta etapa, los trabajadores fueron excavando tanto a nivel interior como exterior, sin llegar a constatar la posible zapata del muro.
Los resultados de la intervención satisficieron ampliamente las expectativas que se tenía de la zona, al documentarse varios elementos que formaban parte del sistema defensivo del cuarto recinto fortificado de Melilla y de los que hasta el momento se desconocía su propia existencia. Además, se constató la aparición de varios silos de los siglos IX y X, así como restos cerámicos romanos del siglo I a.C.
El gran potencial arqueológico que subyace en el subsuelo, por ser un área con menor actividad constructiva que los recintos restantes, lo podrían hacer depositario de la secuencia completa de la historia de la ciudad. Es por ello que ha resultado indispensable controlar cada remoción de terreno y que lo seguiría siendo si las obras se prorrogan para evitar la pérdida de información arqueológica.