Lo dice el Instituto Nacional de Estadística, lo repiten las inmobiliarias y lo confirman las constructoras: La venta de viviendas está de capa caída en toda España y Melilla no es ajena a esa crisis. La ciudad ha cerrado un año 2012 negro para el sector del ladrillo. De hecho somos la tercera autonomía en la que más cayó (19%) la compraventa de pisos respecto a 2011. El dato preocupa y mucho porque está claro que la escasez de suelo para construir hace que el mercado inmobiliario funcione de otra manera en Melilla. Aquí el que tiene una casa sabe que tarde o temprano la vende. Sólo hay 12 kilómetros cuadrados disponibles. Es lo que hay. Lo tomas o lo dejas. Pero sucede que el paro no da tregua, los bancos no dan créditos ni baratos ni fáciles y los pisos han moderado sus precios, pero aún no se han ajustado lo suficiente. En la península, donde ahora se pueden encontrar gangas, también se vivió esta etapa en la que los vendedores confiaban en que de pronto, como por arte de magia, la crisis se acababa y lo mejor era aguantar y no bajar mucho los precios. Ya no se debate si la crisis es en forma de U (bajada y subida) o en forma de L (bajada y estancamiento). Todo apunta a que esto es más una M (bajada en 2009, subida en 2010, bajada en 2012... y hasta nuevo aviso). Melilla intenta aguantar los precios de los pisos y puede que le salga bien la jugada si de pronto, a finales de año, empieza a verse luz al final del túnel. Pero como decía un obispo de Murcia: “Si queréis rezarle a la Virgen para que llueva, hacedlo, pero no está para llover”. Pintan bastos y entre que bajan los precios y se acaba la crisis, muchas inmobiliarias se verán abocadas a bajar la persiana.