Madariaga cree que “forma parte de la obligación de cada gobierno marroquí”
La reivindicación de Marruecos sobre Ceuta y Melilla “forma parte de la obligación de cada gobierno marroquí”, pero su alcance es relativo porque no supone “un problema grave”, según la historiadora María Rosa de Madariaga.
En entrevista concedida con motivo de la publicación de su último libro, ‘Marruecos, ese gran desconocido. Breve historia del protectorado español’ (Alianza Editorial), Madariaga afirma que “mucho de lo que hay en la reivindicación sobre Ceuta y Melilla forma parte de la obligación de cada gobierno marroquí. Si no hiciera esta reivindicación, estaría mal visto”.
A su juicio, hoy en día hay otros problemas por lo que España y Marruecos deberían trabajar más de manera conjunta estableciendo “servicios comunes que beneficiarán a ambas partes”.
La investigadora sostiene que, en efecto, “de vez en cuando”, en Marruecos “hay una serie de voces que se alzan, porque entienden que hay que hacerlo”, con respecto a Ceuta y Melilla, pero el asunto siempre se para ahí.
Ambas ciudades “son españolas desde siempre”, desde hace más de cinco siglos, recuerda Madariaga. Puede que se encuentren “en territorios de lo que fue en su tiempo el antiguo Reino de Fez, pero son dos ciudades españolas, desde hace mucho tiempo, incluida la población de origen marroquí, que es hispanoparlante”, subraya.
En este sentido, la historiadora, que ha dedicado diversos estudios a la historia de la presencia española en Marruecos y a figuras muy relevantes como el caudillo rifeño Abd el Krim, destacó que en Ceuta y Melilla hay una población de origen marroquí, “que tiene la nacionalidad española”. Además incidió en el hecho de que “si se hiciera un referéndum entre esta gente, la mayoría diría que quiere seguir siendo lo que es”.
En opinión de Madariaga, “hay que llegar a un acomodo, que la población pide y practica de hecho, de intercambios entre las dos ciudades y Marruecos. Hay intercambios totales: comerciales, culturales”, y de todo tipo.
Como ejemplo de lo que sería la profundización en esos intercambios, Madariaga se refirió a la posibilidad del uso compartido de algún aeropuerto, como el de Nador. “Melilla tiene un aeropuerto capacitado solo para aviones pequeños, mientras que Nador dispone de un gran aeropuerto ¿Por qué no establecer un aeropuerto de uso común? Se trata de limar asperezas e ir a lo positivo, porque lo fundamental es la población. No es tanto una cuestión de territorios”, insistió.
Madariaga hace hincapié en que, a su juicio, existen asuntos más importantes de que ocuparse, como el de la inmigración clandestina o el de la penetración del salafismo y el yihadismo procedente de los países del Sahel.
“Marruecos ahora es la gran muralla contra la invasión del islamismo que viene del Sahel y no le interesa en absoluto que ese problema aumente”, afirma la investigadora.
Con respecto al triunfo por medios democráticos del islamismo político en Marruecos, Madariaga asegura que “no es una fuerza del agrado” del rey Mohamed VI, “pero la tiene que aceptar” y opina que si ha llegado al poder ha sido por las enormes desigualdades sociales existentes en el reino alauí.
“Mientras sigan existiendo bolsas de pobreza y desigualdades enormes en Marruecos, el islamismo encontrará un caldo de cultivo ideal, puesto que los islamistas suplen el vacío del Estado en ámbitos como la educación, la salud o la alimentación”, afirmó.
El Protectorado un periodo trágico para España
En lo tocante al recuerdo que se tiene de la época del Protectorado (1912-1956) y a la teóricamente escasa influencia que ha tenido o tiene España en Marruecos, sobre todo si se compara con Francia, la otra potencia colonial, Madariaga hace una doble lectura.
Por una parte, el Protectorado Español es un periodo trágico para España, porque “hay de por medio muchos muertos, lo que crea un mal recuerdo”, y dos ejemplos de ello son la guerra de 1909, con episodios tan dolorosos como el del “Barranco del Lobo”, o el célebre “Desastre de Annual”, en 1921.
Francia, por otro lado, ocupaba la mayor parte del actual territorio marroquí y “es lógico que tuviera una mayor influencia en la zona. Creó toda una serie de intereses en la región que hicieron que cuando se retiró de Marruecos al concederle la independencia, en 1956, esos intereses quedaran allí y se materializan en la aportación de una serie de cuadros medios de formación francesa”.
Madariaga afirma en su libro que el balance del Protectorado Español en Marruecos “no puede ser más negativo. Mantener aquel tinglado costó miles de vidas humanas y millones de pesetas, sólo para beneficio de unos pocos que hicieron allí su agosto y se enriquecieron gracias a negocios sucios como el estraperlo, los desfalcos y otras corruptelas.”