Los sucesos que prácticamente a uno por mes –en este ya van dos y sólo estamos a día 6– se vienen produciendo en el poblado de chabolas asentado a las faldas del Cerro de la Palma Santa claman una solución inmediata. Y no es porque las partes implicadas, autoridades, vecinos y fuerzas de seguridad –sin contar claro, con los propios inquilinos– no estén por la labor.
Todos tienen un objetivo claro, eliminar esas viviendas infrahumanas y lograr que los que allí se asientan regresen al CETI, que perfectamente cubre sus necesidades más precarias.
Evidentemente no se puede entrar a saco y derribar todo aquello; pero los acontecimientos de ayer, y los de estos últimos meses tienen que tratar de pararse de alguna forma.
Un herido muy grave, con más del 75% de su cuerpo con quemaduras de gravedad –a la hora del cierre de esta edición no se sabía todavía nada más respecto a su estado de salud– y seis atendidos por inhalar humo no es un buen dato.
De acuerdo que a finales del año pasado las consecuencias de estos incendios fueron peores, en tanto que se produjeron fallecimientos, pero si se sigue la tendencia alcista de siniestros, el desastre puede ser todavía mayor.
Los propios inquilinos de estas chabolas deberían entender que la desaparición de éstas y su ingreso en el CETI es solo por su bien, y en ese camino debe de ir la solución, porque el otro, el de entrar a saco, ya no es un proceder de estos tiempos.