Isabel Migallón es una reconocida historiadora, documentalista y apasionada investigadora de la historia de Melilla.
Su labor se ha centrado en la recopilación, preservación y divulgación del patrimonio documental de la ciudad, destacando la importancia de los archivos como testigo de la memoria colectiva.
Su conocimiento abarca desde el siglo XVIII hasta los convulsos años del Protectorado, con especial atención a episodios claves como el asedio de 1774-1775, el papel de las comunidades que han habitado en Melilla y los conflictos bélicos que marcaron la primera mitad del siglo XX.
En una entrevista con El Faro, Migallón ha hecho un repaso de la ciudad desde sus antepasados.
¿Cómo nació la idea de crear Melipedia y qué objetivo principal tiene la página?
Melipedia nació hace siete años. Es el fruto de una de mis muchas inquietudes con respecto a la historia de mi ciudad. Como reza en su cabecera es un grupo dedicado a: “Melilla y su historia. El día a día de una ciudad y sus gentes”.
El objetivo principal, no puede ser otro que divulgar la historia y el patrimonio melillense.
Tenemos una ciudad que, con apenas 13 km2 tiene una riqueza cultural y patrimonial impresionante. Pero no es solo lo que está a la vista y lo que aparece en los libros y documentos. Hay otra de la que son portadores los propios ciudadanos. Sus historias, sus vivencias personales. Todo ello merece ser conocido.
Yo intento cada día mostrar algo de nuestro pasado, por ejemplo de aquellos establecimientos antiguos, muchos desconocidos, pero que estuvieron ahí. Otros, más cercanos, que suelen propiciar algún que otro comentario que los ilustra y enriquece a todos.
¡Eso es Melipedia! Que todos aportemos nuestro “granito de arena” para dar a conocer la historia que nos une.
En el siglo XVIII ¿Cómo era la vida cotidiana en Melilla? ¿Qué oficios predominaban?
Una vida muy distinta a la que tenemos hoy en el siglo XXI. Se circunscribía al recinto amurallado, a nuestra querida Melilla la Vieja. En una cosa no ha cambiado y es la dependencia que tenemos, en materia de abastecimiento, de la Península.
En esos años, cuando arribaba una nave con bastimentos era motivo de júbilo para la población, sobre todo cuando escaseaban que era lo más normal.
La máxima autoridad la ostentaba un militar con el grado de coronel, el gobernador.Entre los miembros de la guarnición figuraban puestos especiales como el capitán de llaves o el cabo de varas.
Del personal de la Administración citar al oficial mayor de la Veeduría, factor principal de provisiones, administrador de las reales rentas de tabaco, etc.
En el hospital trabajaban los médicos, cirujanos, boticarios, sangradores, mayordomo contralor, despenseros…
Con respecto a oficios: celadores de fortificaciones, albañiles, canteros, cerrajeros, carpinteros.
Algunos de estos trabajos eran desempeñados por los confinados. Eran mano de obra barata y necesaria y les servía para reducir sus condenas.
¿Cuál es la efeméride que más impactó en el siglo XVIII?
Sería muy difícil concretar una, ya que fue una centuria un tanto convulsa en la historia de Melilla. Aunque, no cabe duda de que el asedio de 1774-1775 fue una fecha a destacar y de hecho estamos conmemorando el 250 aniversario del mismo. Pero yo me quedaría con otra anterior en el tiempo, el 3 de febrero de 1756 cuando, siendo gobernador D. Antonio de Villalba y Angulo, toda la población ratificó a la Virgen de la Victoria como Patrona.
Un hecho importante en la historia de Melilla. Hay un documento que recoge lo acontecido en esos días y que se conserva en el Archivo Histórico. Hace años tuve el privilegio de transcribirlo y aporta una ingente cantidad de datos, no solo desde el punto de vista religioso.
¿Qué importancia tenía Melilla dentro del sistema defensivo español en esa época?
Lo tenía y lo tiene, no cabe la menor duda. Ya en tiempos de los fenicios, pueblo navegante por excelencia, comprendieron la importancia de este enclave en el norte de África. Para ellos que se dedicaban a mercadear, a comerciar era muy importante tener el control de un punto estratégico.
Desde aquella Rusadir, pasando por Melilla hasta la actual Melilla, todos los pueblos que se han asentado en ella han comprendido su valor e importancia.
Habría que esperar algunos siglos hasta que en el XV los Reyes Católicos dieran el gran paso. Aunque realmente la empresa fue asumida por la Casa Ducal de Medina Sidonia, ésta lo hizo en nombre de los monarcas reinantes.
A partir de ahí se cuidó mucho la defensa de la Plaza, sobre todo durante el reinado de Carlos I, quién mandó a Melilla a los mejores ingenieros que había en la Corte.
Mantener el control sobre esta zona en el continente africano suponía frenar, en cierto modo, las incursiones a las costas andaluzas de los pueblos que habitaban no lejos de aquí y que eran eminentemente guerreros.
¿Cuáles eran las principales comunidades que convivían en Melilla en los siglos XVIII y XIX?
Hasta 1864 no habitaron en Melilla personas de otras razas o religiones. No estaba permitido. Podían comerciar, pero cuando se cerraban las puertas, debían estar fuera de la Plaza.
En un censo de 1874 hallamos varios vecinos judíos, originarios de Tetuán y Gibraltar y curiosamente algunos chinos, todos de Cantón. A sus nombres se les unía como apellido “Asiático”.
Habría que esperar pues hasta los últimos años del siglo XIX y principios del XX para que en Melilla se pueda hablar de “multiculturalidad” como la entendemos hoy.
¿Alguna curiosidad que me quiera comentar sobre las familias que vivían en Melilla la Vieja?
A lo largo de los siglos han sido muchas las familias que nos han precedido, cuyas vidas se desarrollaban en un espacio muy reducido.
Durante años y gracias a mi labor en el Archivo Histórico, que continuo hoy con el Cronista Oficial de la Ciudad, he tenido la oportunidad al catalogar los fondos de toparme con muchas historias.
La existencia de familias muy numerosas, con nueve y diez hijos como el caso de los Fernández Estrada, emparentados con el primer escritor melillense del que tenemos constancia, Juan Antonio de Estrada y Paredes, autor de “Población General de España”.
Gracias a la transcripción que hice para una publicación del “Padrón de viviendas” elaborado por el Comisario de Guerra, Joseph de Ossorno en 1753 tenemos muchos datos y curiosos. Por ejemplo el que una familia quisiera acreditar la titularidad de su vivienda y no poder hacerlo porque el hijo de quien le habían dejado los documentos, al tener necesidad de papel para liar cigarrillos, no dudó en utilizar el título de propiedad que custodiaban.
Otros en circunstancias similares de tener que demostrar que eran los dueños de una vivienda, habían perdido dicho titulo durante el trayecto entre Málaga y Melilla debido a que un fuerte temporal había obligado a aligerar la carga de los buques y tiraron al mar el equipaje de los pasajeros.
Circunstancias extrañas para nosotros, pero reales en esos momentos.
¿Cómo se preparaba la ciudad ante posibles ataques enemigos?
Lo más importante era reforzar las defensas exteriores. Comenzando por la construcción de los fuertes como San Francisco, San Lorenzo, Camellos, etc. etc. De vital importancia fue en el siglo XVIII ocupar lo que hoy conocemos como “Cuarto Recinto” con los fuertes de Victoria Grande, Victoria Chica, Rosario, San Miguel, principalmente. Dese la denominada “Altura del Cubo”, Melilla era un blanco fácil.
Mantener todo el perímetro amurallado en óptimas condiciones. Gran labor la desarrollada por los ingenieros militares a lo largo de los siglos. En la mayoría de los casos no contaban con el material necesario para acometer las obras y pasaban verdaderos apuros.
Otro aspecto importante era el tener los almacenes con bastimentos para abastecer a la población y pertrechos suficientes para defenderla.
En más de una ocasión los gobernadores enviaron misivas a los monarcas comunicando la situación extrema en la que se hallaban los moradores de la Plaza.
Momentos muy difíciles los que les tocó vivir.
¿Qué papel jugaba Melilla la Vieja y las fortificaciones en la vida diaria de los melillenses?
Hasta el año 1888 en el que la Junta de Arbitrios (primer órgano de gobierno de Melilla) autorizó la construcción del primer barrio extramuros, me refiero al del “Polígono”, y posteriormente el Mantelete, la vida se desarrolló intramuros, en el hoy barrio de “Medina Sidonia”. Su día a día estaba condicionado por esas murallas que les salvaguardaban de los continuos ataques de los fronterizos.
Si habitualmente procuramos una buena convivencia vecinal, entonces se debía de poner doble empeño, por ser tan reducido el lugar en el que desarrollaban sus vidas.
Es de suponer que ello, la falta de espacio, propiciase más de una disputa entre el vecindario y con la población reclusa, confinados y desterrados, llegados al penal a cumplir sus condenas.
Si me permites para finalizar me gustaría añadir algo y es que tengamos en cuenta la importante función que cumplen los archivos. En ellos vive nuestro pasado. Hay que dotarlos de medios.
Es vital que se acometan proyectos de digitalización a medio, corto y largo plazo para preservar documentos de todo tipo.
Lo que se moja o se quema es irrecuperable. Pero si se ha tratado, la información se mantiene, aunque desaparezca el original. Un triste ejemplo lo hemos tenido recientemente con las consecuencias de la Dana en la Comunidad Valenciana.
También las hemerotecas. Son una inestimable fuente de información para conocer lo que fuimos y sobre todo para que las generaciones futuras puedan conocerlo.