El primero de los actos conmemorativos de los cien años del colegio lasaliano en Melilla, logró llenar el Teatro Kursaal y convertir el evento en un homenaje a cuantos han conformado su historia y hacen posible su presente.
El Colegio La Salle-El Carmen inició ayer la celebración de su primer centenario en Melilla con un emotivo acto que logró llenar al completo el aforo del Teatro Kursaal, revivir desconocidas anécdotas y circunstancias que han marcado algunos de los acontecimientos históricos de la institución lasaliana en Melilla y, sobre todo, realizar un sentido homenaje a cuantos han protagonizado su primer siglo en nuestra ciudad así como a los actores de su flamante presente.
Con Ángel Castro como conductor y presentador del acto y un introito teatral en el que destacó la magistral interpretación musical de Mabel Romero, las dos horas que necesitó la velada para dar voz a cuantos reflejaron sus emociones y vivencias, se convirtieron en un auténtico paseo por la historia de La Salle en nuestra ciudad, por su influencia en la sociedad melillense y por el ahínco con que los hermanos lasalianos han “educado y evangelizado” en Melilla a lo largo de estos últimos cien años.
Crescencio Terrazas, director de la comunidad de hermanos de La Salle en nuestra ciudad, fue quien más recreó desde una perspectiva histórica lo que ha sido la institución desde que, en 1912, seis hermanos de la orden lasaliana llegaran a Melilla y abrieran un colegio, primero en la Calle 0'Donell, que años después se ampliaría y daría lugar al magnifico edificio de Emilio Alzugaray en el antiguo Cerro de Santiago.
Terrazas recordó los tiempos en que los hermanos enterraron cadáveres en Monte Arruit, tras el Desastre de Annual; el registro del colegio porque se rumoreaba que podía guardar un depósito de armas, el éxito de las competiciones entre 'Azules y Amarillos' que los hermanos de La Salle 'inventaron y patentaron', aunque inicialmente como 'Azules y Rojos', lo que a la postre se varió “para evitar suspicacias”.
Un largo recordatorio de vivencias en el que no pasó por alto la beatificación de cinco hermanos lasalianos que en todos los casos estuvieron dando clases aquí en Melilla, ni tampoco las transformaciones progresivas de un centro escolar que de impartir clases inicialmente sólo por parte de los hermanos laicos de La Salle a alumnos de sexo varón, pasó a la postre a ir incorporando docentes no ordenados y en 1985 a convertirse en un colegio mixto.
Terrazas comparó los acontecimientos difíciles con los inviernos y la larga labor docente con las primaveras, referencia que a su vez utilizó como metáfora de la vida en alusión a las etapas de infancia y juventud. “La Salle -afirmó- seguirá cultivando primaveras porque nunca nos va a faltar el alma y el corazón”.
Según dijo, a lo largo de estos cien años 430 hermanos de La Salle han pasado por Melilla y 16.000 alumnos, de ambos sexos, han cursado sus estudios en el mismo colegio.
A sus palabras siguieron las de los representantes de los actuales y antiguos alumnos, de la asociación de padres y madres de los estudiantes de La Salle, de la directora del centro, Paulina Morala, y del 'Hermano visitador' para el sector de Andalucía y Melilla, Juan González Cabrerizo, quien destacó el espíritu evangelizador que siempre ha presidido la acción de las Escuelas Cristianas desde su creación por Juan Bautista de La Salle a finales del siglo XVII.
Y es que, como señaló la directora del centro, ser profesor en La Salle “no es serlo de cualquier colegio, porque a la tarea de educar siempre se une la de evangelizar” a partir de una serie de principios “sin fecha de caducidad”, recalcó Javier González, presidente de los antiguos alumnos, para quien “la amistad, la tolerancia, la ayuda a los necesitados y el compromiso para construir una sociedad más justa y más fraterna” resumen “el espíritu cristiano” que caracteriza la educación lasaliana.
El acto se enriqueció con la soprano Mª Carmen Gálvez, que acompañada al piano por el exalumno y concertista Francisco Luis Martínez, interpretó de forma sublime a Puccini entre otros temas de distintos autores.
Por último, en el mismo acto también se entregaron los premios de los carteles anunciadores del centenario, que en la categoría para el alumnado recayó en Cristina Vicente Gilabert y, en la de público general, en Carolina Muñoz Bueno. Las dos obras premiadas, representativas del color azul de Melilla y de La Salle, así como de la estrella que sirve de símbolo a la institución, se mostraron en pantalla gigante para poder ser apreciadas en todos sus detalles.
“La historia de Melilla no sería la misma si los hermanos de La Salle no hubieran venido”
“La historia de Melilla no sería la misma si los Hermanos de La Salle no hubieran venido hace cien años”, dijo el exalumno y exprofesor del mismo centro,Ángel Castro, a modo de primer apunte de una idea que gravitaría a lo largo de todo el acto, que suscribiría el hermano Crescencio Terrazas y haría suya también el presidente de la Ciudad en funciones y vicepresidente primero del Gobierno local, Miguel Martín, quien excuso la ausencia de la primera autoridad local, Juan José Imbroda, del que dijo que se encontraba “fuera de la ciudad por motivos de trabajo”.
Miguel Marín señaló que el acuerdo de la Asamblea de Melilla de conceder la Medalla de Oro de la Ciudad a La Salle con ocasión de pasado 17 de septiembre, reflejaba el reconocimiento general de la sociedad melillense “a un colegio que es más que eso: es una institución”
Sus palabras sirvieron de antesala a la interpretación del himno de La Salle-El Carmen, por parte de los alumnos de 3º y 4º de Secundaría, que con sus voces sellaron una vez más su compromiso con el colegio pero también con Melilla, tal cual se resume en la estrofa final: “Colegio del Carmen, amada Melilla,/ en uno fundido os llevo a los dos,/ sois dentro del alma cual faro que brilla/ con doble destello, mi Patria y mi Dios”.