El presidente de la Ciudad representó a los melillenses en los actos oficiales. - Acudió al desfile como primer mandatario de nuestra Autonomía y, posteriormente, a la recepción real.
Juan José Imbroda, presidente de la Ciudad, volvió a representar ayer a los melillenses en los principales actos oficiales del Día de la Fiesta Nacional o Día de la Hispanidad, como también se la llama en numerosos países hispanohablantes que, en torno a la conmemoración, festejan el tremendo vínculo que supone compartir una lengua común.
Imbroda, emocionado, según declaró al término de los actos, por el “espectacular desfile del Tabor de Regulares” procedente de Melilla, quiso enviar una felicitación al comandante general en nuestra ciudad, “porque, como siempre, los Regulares han estado a la altura, han desfilado muy bien y verlos, tras ser nombrados como una unidad de nuestra ciudad, ha sido muy emocionante”.
Imbroda compartió tribuna con otros presidentes de autonomías, muchos de ellos pertenecientes como él al Partido Popular. Faltaron los de Cataluña, País Vasco, Andalucía, Baleares, Murcia, La Rioja, Cantabria y Canarias, mientras otros se estrenaron por primera vez en este tipo de actos, caso de María Dolores de Cospedal, Luisa Fernanda Rudí, Jose Antonio Monago o Yolanda Barcina.
Para el presidente de la Ciudad, la asistencia de Melilla a la celebración oficial del Día de la Fiesta Nacional es siempre obligada. “La Ciudad -comentó- no puede dejar de estar presente en los actos principales de la Fiesta Nacional”.
Desde su elección como primera autoridad local en el año 2000, Imbroda no ha faltado a ninguno de los desfiles ni recepciones reales que suelen brindarse al término de la exhibición militar.
El de ayer, salpicado de novedades, no gustó especialmente a nuestra primera autoridad local, que consideró poco apropiado los cambios introducidos por la ministra de Defensa en aras a evitar que se reprodujera lo que ocurrió el pasado 2010, cuando los abucheos y gritos de protesta contra el presidente Zapatero lograron deslucir la celebración.
En opinión de Imbroda, “el Ministerio de Defensa se ha equivocado al montar en Neptuno el tramo principal del desfile. Había muy poca tribuna, la megafonía se escuchaba regular y no había pantallas desde las que seguir todo el acto. En mi opinión -añadió, antes se organizaba mejor. Ha bajado mucho el nivel”.
Su visión no coincide con la del Rey, principal protagonista también de unos cambios que le permitieron seguir todo el desfile sentado, salvo en los momentos más solemnes, o pasar revista a las tropas por primera vez a bordo de un vehículo militar, en atención a su estado de convalecencia tras ser operado del talón de Aquiles.
Las principales novedades se dejaron notar en el recorrido del desfile, algo más amplio, desde Atocha a Colón, con la tribuna situada en la Plaza de Neptuno y el público distante de las autoridades y representantes de los máximos poderes del Estado en más de cien metros, lo que permitía que los gritos y abucheos contra Zapatero -menos numerosos y sonoros este año- no llegaran prácticamente a los palcos oficiales.
Para Imbroda, lo positivo fue “poder departir con los presidentes autonómicos, saludar al Rey y familia real, y estar representando a pueblo de Melilla un año más. Melilla -añadió- siempre tiene que estar presente en la Fiesta de España. Es un honor y una satisfacción poder estar aquí en nombre de los melillenses”.
Entre los cambios también, los que se imprimieron a la recepción en el Palacio Real, a la que acudieron unos mil invitados, pero en la que este año no se llevó a cabo el tradicional 'besamanos' a la familia regia.
Sólo los representantes de los poderes del Estado saludaron a los Reyes, Príncipe de Asturias e Infantas, algo que correspondió en concreto a Zapatero y su esposa; a los presidentes del Congreso y el Senado; al del Tribunal Supremo y del Consejo General de Poder Judicial, y al presidente del Tribunal Constitucional.
La majestuosidad de Regulares y el paso rápido de La Legión, protagonistas del desfile
Aunque el desfile estuvo repleto de momentos memorables, de exhibiciones aéreas y un salto de un paracaidista que desplegó impecablemente una gran bandera de España antes de tomar tierra, el paso rápido de La Legión y la majestuosidad a paso lento del Tabor de Regulares fueron dos de sus principales atractivos.
La cabra de los legionarios, sujeta a uno de ellos durante la rapidísima marcha a 130 pasos por minuto, se convirtió en una de las grandes protagonistas. Concentró toda la atención y las miradas, dando cuenta de lo exótico que resulta para el resto de los españoles un detalle tan familiar para el común de los melillenses.
Los regulares, con su tarbuch o gorro característico de su origen de tropas indígenas que también se deja notar en la capa blanca denominada alquicel, fueron los más seguidos por los melillenses, al formar parte del grupo de Regulares de Melilla nº52.
El desfile se inició pasadas las diez y media de la mañana con la revista a las tropas por parte del Rey a bordo de un vehículo militar, al que acompañaban a pie miembros de la familia real y el presidente del Gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, entre otras destacadas autoridades del Estado.
Con 3.000 efectivos, 147 vehículos y hasta 55 medios aéreos, el desfile duró hora y media y fue retransmitido en directo por Televisión Española.