Esta mañana, el juez decano en funciones de Melilla, Fernando Portillo, celebró una jornada de puertas abiertas para que los periodistas pudiésemos conocer, de primera mano, cómo son las instalaciones y a qué se dedican cada una de ellas. Este encuentro es fruto de la colaboración entre la centenaria Asociación de la Prensa de Melilla y el juez decano en funciones, Fernando Germán Portillo, cuyo objeto es acercar a los profesionales de la comunicación el complicado mundo de la judicatura.
Durante este encuentro, los profesionales de los medios de comunicación hemos tenido la oportunidad de dialogar con Portillo sobre la relación entre el mundo judicial y el periodístico y también sobre la información que los gabinetes de prensa jurídicos pueden aportar, o no. Una situación en la que se topan frente a frente el derecho a la información con el derecho a la intimidad.
Los periodistas fuimos recibidos por el juez decano en funciones quien nos mostró, en primer lugar, la sala de vistas.
Sobre las instalaciones de los juzgados, Portillo reconoció que “las dependencias son un poco limitadas”.
No hay que olvidar que, en principio, esta infraestructura se construyó con otros fines. De ahí que carezcan de “una estancia para que la gente espere. Entre ellos, testigos de algunos delitos, algún imputado o detenidos por problemas de alcoholemia”.
Otro de los grandes problemas es que Melilla no dispone de un juzgado de Violencia de Género con lo cual “tenemos que tirar del ingenio de los policías para que la víctima no se encuentre con su agresor, o con la familia del detenido. Se nota que no es un edificio pensado para acoger dependencias judiciales”.
Al no habilitar un juzgado específico de Violencia de Género, “tenemos juzgados mixtos que, además de llevar casos de violencia de género, tramitan otros temas. En este caso es el juzgado de Instrucción nº4 al cual le hemos quitado algunos casos para compensar y que, a final de año, todos los juzgados tengan más o menos el mismo volumen de trabajo”.
En este sentido, Portillo quiso dejar claro que “hay que tener en cuenta que las necesidades de la justicia se incrementan. Por desgracia, los pleitos no van a menos y la necesidad de medios siempre va a subir”.
En el año 2014, el Ministerio de Justicia apostó por la llamada nueva oficina judicial, la cual se habilitó en la planta trece que “entonces estaba de mero almacén, por decirlo así. Lo bueno de estar todos juntos es que se mejora en eficiencia y operatividad, y la parte negativa es que las necesidades aumentan y nos hallamos frente a un límite físico”.
Portillo confía en que con la apertura del nuevo hospital, una de las plantas de INGESA se dedique a los juzgados. “Otra de las medidas que serviría para paliar las deficiencias sería crear un Registro Civil externo, pero nunca hemos llegado a convencer al Ministerio de Justicia para poner el dinero preciso sobre la mesa”.
En la actualidad, Melilla dispone de cuatro juzgados de 1ª Instancia, tres juzgados de lo Contencioso-Administrativo, dos juzgados de lo Penal, el juzgado de Menores nº 1 y la Audiencia Provincial Civil-Penal nº 7.
Delitos más comúnes
Respecto a lo delitos más comunes en los juzgados de Melilla, Fernando Portillo señaló que los más frecuentes son los relativos a la falsedad documental porque “la gente utilizaba documentos de otras personas, que también es un delito, y con la frontera abierta era muy común, ya que cruzaban con pasaportes falsificados. Además, quiero insistir en que la verdadera frontera no es la terrestre sino el puerto y el aeropuerto”.
Con el cierre de la frontera, tras el coronavirus, los delitos “han descendido mucho, pero con anterioridad había muchos delitos de atentado contra la autoridad. También nos encontramos con muchos casos de tráfico de drogas hacia Europa, cantidades que aquí son normales como 20 kilos de hachís, por ejemplo, pero que en la península es una barbaridad. En Melilla, hace unos años se incautó el alijo más grande de oro"
Portillo nos hizo partícipes también de algo que le llamó la atención al llegar a Melilla y era “la cantidad de pleitos que carecían de pruebas porque estaban basados en contratos verbales, en relaciones de pura confianza donde no había nada por escrito. No soy un superhéroe que se pone la toga a modo de capa e imparte justicia según yo crea. A mí lo que me sirve para resolver un caso son las pruebas y no puedo resolver, por mucho que yo crea o incluso que, a veces, fuera del juicio me llegue información sobre quién puede tener razón. Muchas veces esa relación de confianza no deja nada por escrito, pero ahora ese tipo de cosas no suceden”.
Sobre la relación de la justicia con la ciudadanía Portillo manifestó que: “creo que la percepción que la ciudadanía tiene sobre la justicia es que funciona y que la ley se aplica a todos por igiual, e incluso vemos desfilar a personas poderosas y eso el ciudadano lo percibe”, subrayó Portillo.
Pues con Puigdemont no se ha hecho justicia ninguna...es más, se ha reído de ella.