Ayer llegaron cinco subsaharianos más y se superan ya los 720 residentes, pero el CETI “está preparado para afrontar esta situación”, según la directora general de Integración de los Inmigrantes del Ministerio de Trabajo. Si es así y además la situación está “dentro de la normalidad”, como afirma la secretaria de Estado de Inmigración, debería explicar el delegado del Gobierno su inquietud. No estaría de más que Antonio María Claret aclarara por qué comparte la preocupación de los trabajadores del centro debido al estado de saturación de las instalaciones. A no ser que también esté “dentro de la normalidad” que el delegado del Gobierno se preocupe sin ninguna necesidad. Y entre tanto, mientras unos confiesan estar preocupados y otros se manifestan totalmente despreocupados, sigue aumentando el número de residentes. Ya se ha superado la cifra de 691 personas que en 2007 obligó a instalar diez tiendas de campaña cedidas por el Ejército. Aunque aún estamos lejos de los niveles de 2005, cuando las avalanchas sobre la frontera elevaron a más de 1.700 los inmigrantes, que acabaron por desbordar el CETI. Ahora se ha optado por eliminar espacios comunes en el centro, reducir los comedores, eliminar aulas... para alojar a los recién llegados; cualquier medida que ayude a camuflar la situación mientras aguardan a que escampe por sí sola o con la ayuda de Marruecos la constante lluvia fina de inmigrantes. Ojalá tenga razón Anna Terrón, secretaria de Estado de Inmigración, y la situación esté “dentro de la normalidad”. Ojalá no se equivoque Estrella Rodríguez, directora general de Integración de los Inmigrantes y el CETI sea capaz de seguir ‘absorbiendo’ inmigrantes. Ojalá el delegado del Gobierno y los trabajadores del centro estén confundidos. Ojalá no haya que lamentar tanta despreocupación.