Precios justos. Es una de las principales demandas que reivindican estos días en la calle miles de agricultores. Recibir un importe acorde al coste de producción es una de las eternas reivindicaciones del campo. Lo que paga el consumidor por un pepino, en el supermercado, o por un kilo de naranjas se multiplica exponencialmente sin que nadie tenga muy claro dónde está el agujero negro que dispara el precio entre origen y destino. Según los últimos datos correspondientes al IPC del pasado diciembre reflejan que el aceite de oliva subió un 66,7% de precio en doce meses. A eso se suma al crecimiento acumulado del año anterior, donde también se disparó. Crecieron también las legumbres y hortalizas (13,2%); la carne de porcino (12,3%); las frutas frescas (11,8%); las patatas (10,2%); y el arroz (8,6%).
Las organizaciones agrarias y de consumidores ponen el foco en la diferencia existente entre el precio en origen y el precio en las fruterías, o los lineales de los supermercados. El Índice de Precios en Origen y Destino de los alimentos (IPOD), que mensualmente elabora la organización agraria COAG, pone de manifiesto que el precio puede crecer un 880% entre el campo y la mesa. Es el caso de los limones, que con una cotización de 0,20 euros por kilo en origen pasan a costar 1,96 euros en el supermercado.
Según esta organización, el precio de los ajos se multiplica por 5,56 (+456%). De 1,18 euros por kilo en el campo, pasan a venderse en destino a una media de 6,56 euros. Los plátanos multiplican su valor 8,33 veces (+733%), con 0,27 euros por kilo pagados al agricultor hasta los 2,25 euros que abona el consumidor. Las naranjas crecen un 426%, de 0,39 euros a 2,05 euros. El brócoli, de 0,54 euros a 2,85 (+428%); y la patata, de 0,32 euros a 1,83 euros en la tienda.
El incremento en la leche de vaca es porcentualmente menor, ya que se paga en el campo a 0,52 euros, mientras que su precio en los lineales acaba en 0,92 euros (+77%). Los huevos se pagan a 1,67 euros en origen mientras que en el supermercado acaban costando 2,46 euros.
El Faro se acerca hasta el Mercado Central de Melilla para conocer los precios de los diferentes productos y, cómo no, saber si las ventas están yendo bien tras la cuesta de enero.
Nos aproximamos hasta el puesto de Marzok, en el que ofrece unas hortalizas de gran calidad a muy buen precio. “El kilo de tomates está a 1,20 y el de los pimientos a 1.30. Todos los productos están a muy buen precio, pero las ventas, sin embargo, han bajado”.
Lo mismo opina Mustafa. En su puesto de verduras y hortalizas, las ventas no se corresponden con la calidad y la oferta: “Tenemos mercancía muy buena a precios estupendos, pero faltan clientes. Nuestra mercancía es fresca, nos llega de la península y a precios muy competitivos. Una caja de fresas, del tamaño de los fresones, cuesta 7 euros y un kilo de cerezas, 9 euros. En la península, un kilo de cerezas ronda los 17 euros. No sé si será por el mal tiempo, pero han bajado las ventas”, afirma.
En la zona de carnicería, las cosas no van mejor. Jesús, uno de los carniceros nos comenta que “ha bajado el precio de productos como el pollo, que ahora cuesta 3,50 y antes 3,90, aún así no hay demasiada clientela. Yo siempre he dicho que la verdadera cuesta no es la de enero sino la de febrero”.
El coste de la vida, en líneas generales, se ha incrementado y eso se traslada a la comida. Si antes, las familias podían permitirse un ‘lujo’ de vez en cuando, ahora los clientes sólo compran los productos más imprescindibles del día a día. Se adquieren productos básicos y se reservan los ’caprichos’ para ocasiones.
Finalmente, el gasto en la cesta de la compra se elevó casi un 11% en septiembre. La alimentación vuelve a suponer el mayor desembolso para los hogares, con un incremento en las ventas del 12,5 por ciento.