El colectivo ecologista Guelaya afirma que para Hamed Al-Lal están siendo unas navidades muy amargas. Poseer una de las últimas huertas de Melilla le está costando una guerra constante contra los camiones que han elegido su huerta como punto de vertido libre, pero también contra la administración, que "no parece tener intención de mover un dedo para hacer que se cumpla la ley, a pesar de las llamadas desesperadas de Hamed a policía y guardia civil".
La denuncia pública que estos ecologistas hicieron hace unos días por la montaña de electrodomésticos que se amontonan en un lateral de su huerta, y en la que recordaban que las empresas de venta de electrodomésticos tienen la obligación por real decreto de recoger los electrodomésticos viejos, solo ha supuesto un nuevo vertido de neveras que se añade al anterior.
"Para más inri, se suma al conjunto una montaña de escayola, vertida como todo lo demás desde un camión volquete. A los conductores de estos camiones parece preocuparles poco el peso de la ley, lo que indica que algo se está haciendo rematadamente mal", apunta Guelaya.
Según afirma el colectivo, la escayola es un material tóxico, que requiere un tratamiento especial y por tanto no se puede llevar al vertedero de escombros, sino al punto limpio. "Este rincón natural de Melilla era hasta ahora un lugar privilegiado para la observación de aves, a pesar de la chatarra que dominaba el paisaje, pero ahora la toxicidad de la escayola se suma a la de los componentes de los electrodomésticos, y amenaza con convertir esa zona en un lugar sin vida", indica.
La proximidad de esta huerta al parque Murias, uno de los principales focos de actividad económica de Melilla, lejos de suponer una ventaja, quizás está siendo su maldición.
"Desde Guelaya nos negamos a bajar los brazos y dejar que las últimas zonas verdes de Melilla den el paso definitivo a vertederos. Seguiremos aporreando las puertas que sean necesarias para que este gran problema de la ciudad reciba la atención que merece. Hoy somos la voz de Hamed Al-Lal para pedir que se atiendan sus denuncias y no se entregue al incivismo este rincón natural de Melilla, uno de los últimos de la ciudad.
Hasta que no se les denuncie formalmente por delito grave contra la contaminación ambiental estos y otros seguirán considerando la vía pública su estercolero
A quiénes les corresponda es hora de que se pongan las pilas