Cuando quedan cinco días para que entremos en la jornada de reflexión, la tensión sube en esta campaña electoral que pasará a la historia como aquélla en la que, por primera vez, se tomaron medidas muy serias para impedir cualquier fraude en el voto por correo. El hecho de que la prensa nacional pusiera en el foco mediático el robo a los carteros hizo saltar todo por el aire: se acabó la impunidad con que en convocatorias electorales anteriores se ha utilizado el voto por correo en Melilla.
Esos ataques a los repartidores de la empresa pública, unido a cómo se ha disparado esta vez ese sistema de votación, no han pasado desapercibidos y la Junta Electoral Central, como principal organismo público garante de la limpieza democrática, ha actuado con contundencia para que nadie que no llegue con su DNI a las oficinas de Correos pueda votar.
Tampoco podemos perder de vista que hay una investigación judicial en marcha, concretamente en el Juzgado de Instrucción número 2 de nuestra ciudad, que decretó el secreto de las actuaciones, lo cual dificulta enormemente que trasciendan detalles de las pesquisas policiales que se llevan a cabo. Todo lo que se comenta hasta ahora con respecto a supuestas detenciones futuras es pura especulación, pasando por el hecho de que Marruecos estuviera detrás de la compra de esos votos.
Melilla vive tensionada por estas elecciones. Sin embargo, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que ha estado apoyando la campaña del PSOE, ha sido muy claro con respecto al proceso electoral. Él ha dicho que no habrá fraude y ha asegurado que se han tomado todas las medidas “necesarias y precisas” y que se han “fortalecido” todos los medios policiales de Guardia Civil y Policía Nacional con el objetivo de garantizar el desarrollo del proceso electoral y, por ende, se está garantizando el ejercicio libre del voto por correo.
Es importante que el titular de Interior se pronuncie en esos términos. De alguna forma tranquiliza a los ciudadanos saber que nadie va a secuestrar su auténtica voluntad a la hora de decidir su voto, que los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad están pendientes de que las cosas marchen como deben.
Y otra cuestión importante. Un proceso electoral de una ciudad moderna y europea como debe ser Melilla no puede verse salpicado por grescas como la sucedida el sábado en la Cañada. Las agresiones y el enfrentamiento físico sobran en nuestro Estado de Derecho sea quien sea el que dio el primer paso.
Intentemos entre todos que estos últimos días de la campaña electoral transcurran dentro de la normalidad democrática que implican unas elecciones, que las diferencias ideológicas o de preferencias por unos partidos o por otros no vuelva a ser motivo de titulares en la sección de sucesos.