"La ciudad no cuenta su pasado, lo contiene como las líneas de una mano, escrito en las esquinas de las calles, en las rejas de las ventanas"
Italo Calvino
Corre el año 1880. Un 17 de marzo. En el primer recinto de la ciudad de Melilla. En su habitación lee a la luz de un quinqué, el Ingeniero comandante Domingo de Lizaso y Azcárate de la Comandancia de Ingenieros de Melilla, de treinta y dos años. En el silencio de la noche solo interrumpido por el batir y replegar del oleaje al pie de las murallas de Trápana, repasa el acta que el secretario de la Junta Municipal Francisco Rojas le ha entregado.
Acta levantada a fin de poner en marcha con carácter urgente el ensanche de la ciudad con dos barrios, uno alto que englobaría el segundo y tercer recinto amurallado de Melilla y otro bajo, en la zona llamada El Mantelete. Este último se denominaría del General Larrea, pero siempre ha sido El Mantelete, en recuerdo de las protecciones de madera que se disponían en las almenas de las murallas para proteger a nuestras tropas en los adarves en no muy remotos tiempos de escaramuzas y sitios.
Ayer a las 12 del mediodía, se reunieron en la casa del Brigadier Gobernador Militar y Civil de la Plaza de Melilla, Manuel Macías y Casado, el coronel del Regimiento WAD RAS Jesús de Sangarminaga, el comandante de artillería Pompeyo Izquierdo, el jefe de Sanidad Militar Santiago Lucas Paraíso, el comisario de Guerra Francisco de la Vega, el vicario Juan de Lara, el mayor de Plaza Pedro Cáceres, componentes con el comandante Lizaso y el secretario Francisco Rojas, de la Junta Municipal, además de los vecinos y comerciantes José Gómez, Ginés Galán y Serafín Peré.
Todo a fin de tratar la inmediata necesidad de establecer el ensanche para el fomento del comercio y de la vida de la ciudad. Tras observar los planes de Lizaso, por unanimidad se aprobaron los siguientes puntos: Primero se proyectan ocho calles y cinco caminos de ronda en el Mantelete. Las vías y por importancia se denominarán Alfonso XII, Medina Sidonia, Segura, Cisneros, Santiago, Granada, Tetuán y Macías. Los caminos de ronda Reyes Católicos, Castillejos, Navas de Tolosa, Juan de Austria y Wad Ras.
En el segundo punto se acuerda la calificación de los solares en tres clases y el precio de los mismos, siendo los de la primera, de una peseta y veinticinco céntimos el metro cuadrado, los de la segunda en una peseta, y los de la tercera en setenta y cinco céntimos. El tercero fijaba el ancho de las calles según la clasificación de las vías.
El comandante Lizaso dejó a un lado el acta y releyó rápidamente la memoria que había redactado para el ensanche. Vio primeramente la justificación del ensanche. Por una parte, mejorar las condiciones de alojamiento de los oficiales y suboficiales que prestan en esta Plaza el servicio de guarnición, que se ven obligados a vivir con sus familias en muy malas condiciones, pagando altos alquileres y sin el decoro necesario.
Por otra, los civiles, en su mayoría empleados y comerciantes, también se hayan sometidos por ley general a muy altos alquileres y desde que se permite la libre residencia en Melilla, aparece en la ciudad la comunidad israelita que también se encuentra hacinada en sus tiendas por falta de espacio para contar con almacenes para sus artículos.
Hay interés por parte de la población en adquirir solares y las circunstancias lo hacen urgente. Para ello se ha tenido en cuenta el Plan de ensanche del ingeniero militar Roldán y Vizcaíno aprobado por Real Orden de 25 de enero de 1868, donde ya se prevé la demolición de las construcciones en el segundo y tercer recinto amurallado, barrio alto, y la constitución de un barrio bajo en la zona llamada del Mantelete.
Ya en la memoria se recogen todas las necesidades al efecto, y la división de las zonas en 13 solares en el barrio alto, y 14 en el bajo divididos en tres órdenes por importancia. Y con una superficie total de 10.124,21 m².
Repasa Lizaso la memoria en donde expone lo necesario para la construcción: anchura de las calles y las aceras considerando el tráfico de peatones, caballerías y carros; alineación de las primeras con los fuegos del primer recinto para permitir la defensa; altura de los pisos y forma de las fachadas con alturas y cornisas; aprovisionamiento de aguas con aljibes; alcantarillado; acceso entre barrios considerando el desnivel de 10,60 metros.
Como era de esperar no tardó El Mantelete en alzarse con sus edificaciones, pero por la premura del incremento de la población fue necesario construir primeramente barracas desmontables de madera. En 1886 ya había 115 barracas entre viviendas, tiendas, tabernas, e incluso 9 prostíbulos.
El barrio englobaba casi a 400 familias y quedaba dentro del perímetro formado por el muro X (hoy general Macías) que transcurría desde la puerta de la Marina hasta el actual Club Náutico, pues ya en 1875, se había desviado el cauce del río a su actual localización.
En este punto enlazaba con la muralla que cerraba hasta la torre de Santa Bárbara (a la altura del Banco de España) que protegía las Huertas Interiores. El Mantelete quedó cerrado por otra muralla que lo limitaba desde el foso del Hornabeque, hasta la luneta de Santa Isabel, donde se edificó en 1807 el Cuartel de la Guardia Civil y a espaldas de éste, tras derribar el muro, el nuevo mercado de la ciudad. Desde la luneta la muralla llegaba a la puerta que daba al mar en el muro X.
De la puerta del Mantelete al campo de Santiago salían tres carreteras que llevaban a los tres nuevos y futuros barrios del Polígono, Buen Acuerdo y Triana.
Cuando en 1911, S. M. el Rey don Alfonso XIII derriba la primera piedra de la muralla de Santa Bárbara, se materializa de algún modo el nexo de la vieja Melilla con la nueva.
Una ciudad que curiosamente se construye de fuera hacia dentro yendo a unirse los barrios exteriores con la ciudad vieja y no creciendo desde la ciudad vieja.
De la memoria redactada por el comandante Ingeniero Domingo de Lizaso y Azcárate y del Acta de la Junta Municipal presidida por el Brigadier don Manuel Macías Casado, puede el ciudadano encontrar original de la copia que se realizó en 1880 de ambos documentos en el Archivo Intermedio Militar de Melilla.
PD.: La descripción del barrio está tomada del artículo “El viejo Mantelete”, publicado en el Telegrama de Melilla en 1982 por Francisco Saro Gandarillas.