La Autoridad Portuaria de Melilla ha anunciado este jueves que este año 2023 tiene previsto batir todos los récords de llegada de cruceros a la ciudad, con el arribo de 14 barcos, siete de los cuales harán escala en nuestro puerto gracias a la mediación de Calypso Tours, un turoperador que trabaja en Marruecos, Gibraltar; en toda la costa española del Mediterráneo y en Cuba.
Si se cumplen las previsiones en 2023 superaremos a la decena de cruceros que recibimos en 2022, un ejercicio en el que en principio se habían programado 11 buques turísticos, pero alguno se tuvo que cancelar por temporal.
La previsión de llegada este año, de 14 cruceros, que desde la Autoridad Portuaria no descartan que podrían ser más, es, por tanto, un paso de avance, aunque todos sabemos que ese número está lejos del potencial que tiene Melilla.
El turismo de cruceros, siempre tan cuestionado por el poco dinero que se dejan los cruceristas en las ciudades que visitan, es sin dudas, bueno para el puerto de la ciudad, en números rojos en los últimos años, por lo que ingresa en concepto de tasas portuarias. Pero también es bueno para Melilla. Quien nos visita, se enamora de nuestra arquitectura; de nuestro clima, de nuestro mestizaje y de nuestra gastronomía.
En cambio, sabemos que el impacto no es igual de positivo para los comercios, pero hay que tener en cuenta que los cruceristas nos llenan las terrazas y aportan un ambiente turístico a la ciudad, que aquí se echa en falta. Lo ideal sería recibir al año los 192 cruceros que hicieron escala en Cartagena en 2022, por ejemplo, o los 293 de Málaga. Nosotros no nos movemos aún en esas cifras, pero todo se andará.
Estas dos ciudades llevan más de 20 años recibiendo cruceros y empezaron como nosotros, con los comercios cerrados porque no les merecía la pena abrir para vender una postal. Pero el tiempo ha dado la razón a los promotores turísticos y los cruceristas son recibidos ahora como agua de mayo.
Melilla, por su magnífica ubicación en el Mediterráneo, debería ser a estas alturas un puerto obligado para los cruceros que transitan por las aguas del Estrecho, pero no hemos sabido vendernos. Ahora estamos dando esos pasos y la cosa funciona.