Melilla la Vieja, nuestro espléndido monumento histórico-artístico, la joya de la corona de la ciudad, no está pasando por sus mejores momentos desde el punto de vista de la imagen que ofrece a los ciudadanos. Y eso es algo preocupante porque, sin duda, es uno de nuestros mejores escaparates de cara a los visitantes junto a la arquitectura modernista del centro urbano, muy apreciada, por ejemplo, por los cruceristas que han pasado por Melilla en los últimos meses.
Paredes caídas, escombros en las aceras, roturas en las farolas, desperfectos en los mapas explicativos…, forman un paquete de descuidos al que hay que poner solución cuanto antes no solo por los vecinos del barrio, que también, sino por todas aquellas personas que viajan a la ciudad y que quieren conocer el Pueblo, esencia misma de la naturaleza española de Melilla.
Nos cuentan personas que viven en esa zona que falta limpieza. Denuncian que hay solares vallados que sirven como contenedores de basuras y que ya no saben dónde acudir para que se solucione ese problema. Por eso acuden a El Faro. Creen que la denuncia pública puede ser el acicate que se necesita para que sus demandas no caigan en saco roto.
El aspecto de las calles no es el más idóneo para ser el centro turístico por excelencia de la ciudad. Se aprecia decadencia y desidia con esas paredes rotas, las arquetas del suelo medio abiertas, los carteles anunciadores arrancados y las latas de bebidas tiradas en grandes maceteros suyo fin es otro muy distinto al que albergar basuras o servir de arenero a los gatos pero que no tienen ni una mísera planta.
Este lunes, la responsable de Turismo en el Gobierno, la socialista Gloria Rojas, manifestaba la intención de la Ciudad de hacer un hotel en Melilla la Vieja. Como idea es impecable: el enclave es ideal para establecer unas instalaciones de esas características. Sin embargo, antes de embarcarse en ese proyecto quizás sería interesante darle mayor importancia a la imagen que Melilla la Vieja debe ofrecer a los visitantes que se alojarían en el hipotético hotel. Eso hay que hacerlo con dedicación, con presupuesto y con la idea clara de que se trata del lugar más emblemático que tenemos los melillenses.
Cuando visitas una ciudad donde la suciedad lo impregna todo y la dejadez por parte de sus habitantes y gobernantes es manifiesta, por muchos monumentos que tenga y por muchos paisajes de ensueño que puedas admirar. La frase que se te queda grabada en la memoria es, que pena de sitio, con lo bonito que es y lo mal cuidado que lo tienen.
En una campaña antigua que hubo en Melilla para que se ayudara a mantener limpia la ciudad ,se decía que la limpieza era un problema de educación. Espero que algún día se consiga esa educación y el esfuerzo de los servicios de limpieza luzca mas.