Uno de los primeros aspectos que resalta de la ciudad, además de su patrimonio arquitectónica, es su maravillosa diversidad cultural. Y es que la multiculturalidad que ofrece la ciudad, y que llaman la atención de todos los que la visitan, es su principal atractivo y siempre es aplaudida. Dentro de las comunidades que cohabitan en Melilla se encuentra la Comunidad Hindú, que, aunque pequeña, siempre está muy presente en la ciudad e intenta ayudar a todos los melillenses por igual.
La Comunidad Hindú de Melilla contaba en sus mejores tiempos con más de 400 miembros. Ahora se ha visto muy reducida y no llega al centenar, según explicó su presidente, Ramesh Ramchand a este medio.
Aún así, es una comunidad que siempre se mantiene presente en la sociedad melillense y en todo lo que se le demanda. “Siempre intentamos aportar nuestro granito de arena”, aseguró Anju Doulatram, vicepresidenta de la Comunidad Hindú.
Un éxodo que se debe a que la parte comercial hindú ya no funciona en la ciudad. Ramchand piensa que es algo que también ocurre con la comunidad hebrea de Melilla. Cuando los tiempos se complican, se marchan en busca de nuevos lugares y oportunidades.
Los sindis se distribuyeron por todo el mundo como comerciantes. Las nuevas generaciones, sin embargo, han roto este patrón. Los más jóvenes decidieron estudiar y continuar un camino diferente al de sus padres y abuelos. Un fenómeno que está ocurriendo tanto en Melilla como en Ceuta y Canarias, y que Ramchand aplaude.
La mayoría se dedican a la rama de la Medicina, como sus propias hijas (una de ellas es ATS y otra imparte clases en la Universidad de Granada), sus primos y sobrinos.
Anju Doulatram, también forma parte de esa generación que rompió ese patrón familiar. Ella estudió en un colegio cristiano y es enfermera. Su padre también era comerciante, al igual que su abuelo, pero al ser una tradición que ha ido desapareciendo, las nuevas generaciones no sienten la obligación de seguir con ella.
El presidente de la Comunidad Hindú en Melilla explica que cuando hacen cualquier acto comercial fuera de España siempre intentan contactar con un sindi. “Tenemos buenas relaciones, conseguimos mejores precios y facilidades de pago”, apuntó.
Hay datos de hindúes que llegaron a Melilla a finales del siglo XIX. Ramchand cuenta a este diario que sus abuelos llegaron a la ciudad en el año 1928. Fue entonces cuando se creó la empresa ‘La flor de la India’, el primer negocio hindú que se montó en Melilla.
Su padre y sus tíos continuaron con el comercio familiar durante años. Actualmente ya solo queda un pequeño local hindú situado en el Mercado Central, también llamado ‘La flor de la India’ y que regenta el primo de Ramchand.
Está apunto de jubilarse, por lo que en unos meses desaparecerá el último comercio hindú de los que estaban establecidos en el Mantelete y en la avenida Juan Carlos I, Rey.
Convivencia y respeto
Las distintas culturas que conviven en Melilla lo hacen con el más absoluto respeto. Un fenómeno que distingue a la ciudad de muchos otros territorios, “un ejemplo en el mundo”. Ramchand señala que tan solo hay que observar las reacciones de los visitantes para darse cuenta de ello.
Todos alaban la riqueza y diversidad cultural de la ciudad. La base de ello reside, según el presidente de la Comunidad Hindú, en la educación que reciben los melillenses desde que son muy pequeños, tanto la que se inculca en los colegios como en las familias.
Los niños y niñas de la ciudad estudian y conviven con sus compañeros independientemente de su religión.
“Cuando eres un niño no te fijas en la religión de la persona. Solo ves a un compañero de clase y se crea una amistad que consigue perdurar al paso de los años”, opina Ramchand, ya que no hay religión que pueda quebrantar ese vínculo que se crea en los primeros años escolares.
Él mismo estudió en un colegio católico y acude a misa prácticamente a diario. “Que un hindú vaya a misa puede ser lo más normal”, asegura. Al recibir una educación dirigida al rezo, puede tener cabida distintas imágenes.
Ramchand cuenta a este diario que tiene estampas del cristo del Sagrado Corazón y de la Virgen María. Algo totalmente compatible con la religión hindú. “Lo que es bueno para ti, también puede serlo para mí”, señala, por lo que puede rezar en una sinagoga, en una mezquita o en una iglesia.
También es costalero del Cristo de la Paz y de La Soledad. “Esto es algo que solo ocurre en Melilla” que se debe a la convivencia e interculturalidad de la propia ciudad.
“La religión hindú es muy abierta” y también “muy tolerante”, siendo una de sus principales bases ayudar al prójimo.
Claro ejemplo de ello fue la gran acogida que tuvo por parte de todos los melillenses el Diwali. “Fue espectacular”, afirma Doulatram, pues además de los asistentes también se unieron muchas asociaciones, reflejo del sentimiento de convivencia que reina en la ciudad.
Estas actividades son una forma de mostrar su cultura y que pueda conocerse. Aunque durante el año también siempre son muchos los interesados que siguen pendientes a las redes sociales de la Comunidad Hindú para ver cuales son las nuevas actividades que hay.
La mayoría de los miembros de esta comunidad han nacido en Melilla, como bien recuerda su presidente, por lo que están acostumbrados a participar en todas las actividades de cualquier otra comunidad, no solo en las hindúes.
“Estamos muy integrados en la sociedad melillense. Todo el mundo nos conoce”, señaló Doulatram.
Ayudar a los demás, como es la base del hinduismo, siempre es bueno. Compartir distintas perspectivas culturales con quienes nos rodean te hace crecer como persona.
“Yo siempre he dicho que Melilla está siempre de fiesta”, aseveró Ramchand. Desde el Yom Kipur hasta el Día del Perdón, el Ramadán, la Fiesta del Cordero o el Año Nuevo Chino, la ciudad se encuentra constantemente envuelta en celebraciones culturales, “a pesar de ser pequeña”. Un aspecto que favorece la convivencia y el respeto entre los melillenses.
Además, Ramchand señala que la Comunidad Hindú realiza acciones, como recogida de ropa o de juguetes, según las necesidades de la gente. “Intentamos ayudar a todos los melillenses, sea cual sea su religión”.
Actualmente la Comunidad Hindú tiene establecido su templo provisionalmente en la calle Padre Lerchundi. La Ciudad Autónoma, mediante la vicepresidenta Gloria Rojas, les ha prometido un espacio de 200 metros cuadrados del antiguo edificio de Correos.
La idea del presidente de la Comunidad Hindú es solicitar también 200 metros del Parque Lobera para poder llevar a cabo las actividades de yoga y meditación. Un objetivo que “perseguimos desde hace tiempo”.
El templo de la Comunidad Hindú ha estado durante cuarenta años en la avenida Castelar. Pero debido a las condiciones del edificio, que era ya muy antiguo, decidieron dejarlo.
Ramchand recuerda que hablaron con la Ciudad Autónoma y que le comentó a la vicepresidenta de la Ciudad que si la situación no se solucionaba, posiblemente la Comunidad Hindú desapareciese de Melilla.
Al escuchar esas palabras, Gloria Rojas se levantó, dando un golpe en la mesa y dijo: “Mientras yo esté aquí, la Comunidad Hindú no desaparecerá”. “Dicho y hecho”, aseguró Ramchand, pues al poco tiempo recibió la llamada de la socialista ofreciéndole parte del antiguo edificio de Correos.
Dentro del marco de actividades, la Comunidad Hindu ha seguido muy presente en la ciudad durante esta semana. La presencia de Anju Doulatram en el encuentro cultural ‘La mujer y el peso de la tradición’, que ofreció un debate sobre el rol femenino a lo largo de la historia y reunió a mujeres de distintas culturas.
También ha tenido lugar la primera edición de los premios Concordia, Convivencia y Diálogo Interreligioso, donde Ramesh Ramchand premió a Arjan Jhamandas Lalchandani, conocido melillense que falleció hace veinte años y todavía sigue siendo muy querido en la ciudad.
Y en sintonía con las actividades organizadas por la Comunidad Hindú, este sábado tuvo lugar un taller de Mindfulness impartido por Manuel Ortega. Doulatram señala que el yoga es muy importante en el hinduismo, porque “si tu corazón y tu alma están en discordancia, no vale para nada. Hay que tener un equilibrio”. Una filosofía que intentan transmitir mediante los talleres que realizan.
En el día del Diwali escuché a un bailarín, que amenizó la alegre velada, decir: "si no se sonríe no se entra en el paraíso". Doy gracias a la Comunidad Hindú por alegrarme la vida.