La visita de representantes del Comité de las Regiones a Melilla es un respaldo en toda regla a la españolidad y la europeidad de esta tierra.
No se trata de una visita sin más sino de una visita importantísima en los tiempos que corren. Y seguro que así lo ven también del otro lado de la frontera, donde a veces nuestros vecinos se creen que somos una república bananera. Olvidan que somos Europa y que, como señaló este lunes el presidente de los liberales europeos, "Melilla no está sola".
La visita que los representantes del Comité de las Regiones harán este martes a la frontera servirá para que comprueben 'in situ' que no existe normalidad en el intercambio comercial con Marruecos. Eso significa que se está incumpliendo el acuerdo que Rabat tiene con Bruselas para dar preferencia a los productos importados desde los países de la Unión que entren a su territorio.
Aunque España no diga nada en Europa, es relevante que los representantes del Comité de las Regiones vean con sus propios ojos que no funciona la aduana comercial de Melilla y que los controles a los melillenses incluyen un celo excesivo por parte de los agentes marroquíes.
Una frontera no puede concebirse al margen del intercambio comercial entre dos países limítrofes y en ese sentido debemos enfocar las reuniones bilaterales. Podemos hablar de la Operación Paso del Estrecho pero hay que hablar de lo que de verdad importa.
El Sáhara es un tema capital en Marruecos. De ahí la tensión diplomática con Túnez por el recibimiento que este país ha dado al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, y el desplante del ministro marroquí de Exteriores, Nasser Bourita, al canciller europeo Josep Borrell después de mostrarse éste, en una entrevista con TVE, predispuesto al referéndum saharaui.
Entonces, ¿por qué los españoles no conseguimos sacar partido al apoyo desproporcionado que dio el presidente Pedro Sánchez al plan de autonomía marroquí sobre el Sáhara? Si ese apoyo se dio sin permiso del Parlamento, se podría retirar con la misma facilidad con que se concedió. No es serio, pero es práctico.
Marruecos debe entender que tiene que respetar a España, le guste o no su Gobierno. De lo contrario, podemos darle donde más le duele. Y ahora que todo el mundo ha visto la matanza de Barrio Chino y las peleas que tiene Rabat con todos sus vecinos, no hay que ir a la universidad para saber quién saldrá perdiendo ante la opinión pública internacional.