No voy a entrar en la polémica entre Rachid Bussian y Yusef Kaddur porque el tema está judicializado y la cadena siempre se rompe por el eslabón más débil. Así que una parte de mi opinión al respecto, me la guardo para mí.
La otra, la comparto. Para empezar, veo el conflicto desde el medio de la pista. Creo que Bussian tiene razón cuando dice que no va a subvencionar a alguien que compite con bandera marroquí. Eso no lo acepta casi nadie en Melilla. Pero también sé, como sabe todo el mundo en esta ciudad, que Yusef Kaddur lleva años quejándose de que no recibe el cariño que merece la grandeza de sus triunfos en el deporte.
¿Somos responsables de su cambio de bandera? Entiendo que es una decisión personal, pero hay caminos que no se eligen sino que se emprenden a la fuerza o por necesidad y puede que éste haya sido uno de ellos aunque el consejero de Deportes defiende que se le han dado ayudas y ha habido dificultades para justificarlas. En fin, es deportista, no administrativo.
Todos sabemos que los deportistas de élite tienen los días contados porque la aptitud física para el deporte de primer nivel no es eterna. Así que creo entender los motivos por los que Kaddur decidió competir con otra bandera, como hacen cada año miles de deportistas por todo el mundo. Los triunfos españoles en salto los celebra España, pero las medallas las ganan atletas de Venezuela o Cuba. No veo por qué tenemos que entender que necesariamente estamos ante una traición, aunque es cierto que duele como si lo fuera.
Luis Figo hizo algo así cuando dejó el Barcelona, siendo capitán azulgrana, para marcharse al Madrid y luego contó que se hizo merengue el día que volvió a jugar en el Camp Nou, donde la hinchada le demostró con creces su desafección. Estas cosas duelen mucho, pero no dejan de ser parte del deporte. Atrezo en el escenario.
Entiendo que a todos nos gustaría representar a nuestro país, subir al podio y escuchar nuestro himno, pero estamos donde estamos y llegamos hasta donde nos lo permiten nuestras circunstancias.
En fin, no es realmente de Kaddur de quien quiero hablar, aunque reconozco que, como inmigrante, veo el conflicto desde otro prisma. Por cierto, abro un paréntesis curioso. La semana pasada me hice el pasaporte en Málaga y le comenté a la funcionaria que revisara que no hubiera errores porque "como soy extranjera" en los aeropuertos me revisan hasta las muelas. La mujer siguió con su trabajo y sólo me contestó amablemente: "Tú no eres extranjera: tú eres española". Lección aprendida.
Como adelanté, no voy a pronunciarme sobre las polémicas acusaciones vertidas sobre Bussian, pero sí me gustaría hacer referencia a la soledad del cepemista, que no ha encontrado apoyo público en ningún peso pesado del partido. Puede que sea el veranito, las vacaciones, el sopor, la humedad o las altas temperaturas. No lo sé, pero de momento, solo Yonaida Sel Lam ha dado la cara por él. Y aunque ella está en todas partes y la hemos visto muy activa este verano, no es una histórica de CpM. De ahí que haya echado en falta ese respaldo difícil de dar con unas elecciones a la vuelta de la esquina.
Hay que admitir que a Bussian le han disparado con bazuka apenas unos días después de que lo señalaran como el elegido para ir de número uno en el cartel de las elecciones autonómicas de marzo de 2023. Se sabía que esto iba a pasar, pero los tiros llegaron demasiado pronto y muy pocos esperaban que la "balacera" como dicen en Latinoamérica, empezara con fuego amigo. No hay que olvidar que Kaddur fue viceconsejero de Juventud nombrado por CpM al inicio de la legislatura.
Hassan Mohatar sabe lo que significa que te señalen como el sucesor. Él lo ha vivido en sus propias carnes. Le han dado hasta en el carnet de identidad. Estoy convencida de que ni él mismo esperaba quedarse sin recursos para poder apagar un incendio detrás de otro. Sólo de ver los berenjenales en los que se metía me venía a la mente el título de un libro de Miguel Hernández: "El rayo que no cesa".
Pero quería comparar la soledad de Bussian con el colapso taurino que se montó este lunes en la Plaza de Toros de Melilla, durante la presentación del cartel de la Feria con El Cordobés, El Fandi y Gonzalo Caballero que causó expectación no solo por la gallardía de su pose sino por su relación de 'amistad' con Victoria Federica, la sobrina 'influencer' del rey Felipe VI, que de seguir encarrilada la amistad, traería a nuestra ciudad no solo un soplo de modernidad sino también la escenificación del apoyo de la corona a la españolidad de esta tierra. No es que lo necesitemos con urgencia, pero el cariño nunca está de más.
Me llamó la atención a mí y seguramente a casi toda Melilla que la presentación del cartel taurino se convirtió en una reivindicación ideológica. Allí estaba hasta el Tato. Parecía un avance del Gobierno de coalición que todo el mundo da por hecho que formarán Vox y PP tras las elecciones que tendremos dentro de siete meses.
Digamos que defender la fiesta de los toros se ha convertido en un punto de definición: si eres de izquierda, no puedes apoyarla, pero si eres conservador tienes que defenderla. Esas etiquetas son insanas y sólo retratan la polarización enfermiza de nuestra sociedad.
Admito que aquí hay tela por donde cortar y no tengo ni espacio ni ganas de zambullirme en esos charcos, pero la presentación taurina de Melilla nos vino a demostrar que PP y Vox se disputan el mismo electorado en nuestra ciudad. Sólo que Vox busca apoyo en los barrios y a los populares aún no los hemos visto de gira.
Me temo que les ha puesto cara de victoria como a Susana Díaz cuando se enfrentó por la Secretaría del PSOE a Pedro Sánchez. Ni se molestó en hacer campaña y ya se sabe que no hay que vender la piel del oso antes de cazarlo.
Ya tenemos boda para el año que viene...sólo falta quien pagará el convite
¡Que vivan los novios!