Las altas temperaturas de esta semana, las están sufriendo los melillenses, sobre todo, en el trabajo, y más en aquellos en los que la jornada laboral transcurre en la calle y a pleno sol. El Faro ha salido a la calle para comprobar cómo un socorrista y una camarera combaten el calor trabajando en la playa.
El calor afecta irremediablemente durante las horas de trabajo, algunas personas tienen suerte y pueden trabajar con el aire acondicionado encendido pero otros, en cambio, no tienen más remedio que hacerlo en la calle y a veces bajo el sol.
Es el caso de Eduardo Martín, este joven es socorrista y trabajaba en las playas de Melilla. Durante su jornada, trabaja bajo el sol y en la arena, soportando muchas veces las horas en las que más aprieta el calor. Martín recomienda refugiarse bajo la sombra siempre que se pueda pero sobre todo, y lo más importante para él, hidratarse correctamente.
Tampoco le puede faltar la protección solar. Al pasar tantas horas bajo el sol, la crema para el sol es de vital importancia en su trabajo para no quemarse. No hay que olvidar tampoco, evitar las comidas copiosas.
Uno de los lugares en los que sí se pueden resguardar del calor los socorritas, son los puestos que hay repartidos a lo largo de la playa. Eduardo Martín explicó a El Faro que en estos puestos, al estar a más altura, se notan más las corrientes de aire y que, además, están techados y da la sombra. "En cuanto bajamos a hacer patrulla solemos pasar más calor", confesó el socorrista.
No solo el personal que trabaja en la playa, sufre el calor. Muchos bañistas tienen problemas de salud en la playa. Hoy precisamente, un señor mayor, ha sufrido un golpe de calor en la orilla en la Playa de La Hípica, tal y como informó el socorrista. Esto suele pasar, dijo, a los días en los que hace mucho calor y corre poco viento.
Otra profesión en la que se pasa mucho calor, es en la hostelería a pie de playa. Bea es camarera del chiringuito Soul Beach y comentó a El Faro que su truco para no morir de calor en su trabajo, es no parar quieta. "Con actitud sobre todo y con muchos ventiladores", explicó.
Ella trabaja en la barra y al haber tantas máquinas que desprenden calor, la temperatura es superior y el aire acondicionado no se nota mucho. "Mientras tengas el nervio no te das cuenta de lo que estás sufriendo", dijo Bea. Esta camarera prefiere no parar un minuto para no darse cuenta de que pasa calor. Cuando para, no duda en acercarse al ventilador para refrescarse.
Y aquí viene el problema, los cambios de temperatura, del calor de la barra al fresquito del ventilador, hace que aparezcan los resfriados. Hace poco, Bea se puso mala y casi tuvo anginas porque "estás sudando goterones y entras en el salón y te da frío". Esta camarera asegura que como es muy pequeña, le da frío en seguida.
Los camareros de este chiringuito, sirven mesas en la arena, en el salón y en la terraza, por lo que los cambios de temperatura son constantes.
"Tu también te lo pasas bien desde dentro", explicó. A ella le gusta mucho su trabajo y aunque, a veces, sienta envidia de ver a los clientes bebiendo cosas fresquitas mientras ella trabaja, asegura que se divierte con ellos. Sobre todo, cuando los comensales sueltas chistes o chascarrillos. "Todo es cuestión de actitud", comentó Bea.
En la calle, El Faro preguntó a muchos melillenses, con profesiones diferentes, acerca de cómo lo hacen ellos para no pasar calor trabajando. "Metiéndome en el coche cuanto antes con el aire acondicionado", dijo Jose Antonio. Él es comercial, se dedica a visitar distintas farmacias y se refugia en su coche con el aire acondicionado para tener menos calor. Aunque cuando sale de su vehículo cambia bruscamente la temperatura, se siente afortunado y se acuerda de todas esas personas que trabajan en la calle, profesiones "más duras" que la suya. "Hago lo que puedo a mí no me va muy mal", confesó.
"No lo puedo combatir", comentó Abel. Él también es visitador de farmacias y explicó a El Faro que como mucho, viste camisas de lino y bebe mucha agua. Abel no tiene coche y tiene que ir por la calle a pie.
Bastante mejor suerte tiene Shahid, este melillense es dependiente de una tienda y trabaja con el aire acondicionado encendido. "Soy muy afortunado", dijo. Estos días en los que han subido las temperaturas, sufre cambios bruscos al salir de la tienda, y los resfriados aparecen. Shahid se queja de que cuando estornuda, todo el mundo piensa que tiene covid.
A otros, en cambio, no les molesta el calor y piensan que es algo normal del verano, con el que hay que aprender a vivir. "El calor es inevitable", comentó José. Este melillense ahora mismo está jubilado pero fue policía local de Melilla durante más de cuarenta años. Con el uniforme, explicó, se sobrelleva el calor pero contó que había días en los que se cambiaba la camisa dos veces. Por lo menos, dijo, se siente afortunado del clima, el levante y la playa que tiene Melilla.