Comenzaba el pasado martes el representante del Grupo Parlamentario de Unidas Podemos en el Congreso de los Diputados, D. Pablo Echenique, su intervención en el Debate sobre el Estado de la Nación, planteando, humildemente, según él, la duda sobre si el debate en cuestión debería denominarse, realmente, el debate sobre España, ya que, siempre según él, nuestro país se compone de varias naciones, por lo que, según ese planteamiento, “nuestro país”, en su intervención, veía devaluada, desde el principio de su intervención, su condición de nación. Mal comienzo.
La continuación de su discurso se deslizó por una suerte de senda de alabanzas a los postulados sostenidos por el presidente del Gobierno en su intervención inicial, mayoritariamente aportados por la izquierda radical, en lo que él calificaba como el arrebato de los privilegios a los poderosos.
Aplaudió el nuevo eslogan acuñado por la fábrica de eslóganes a la que ha quedado reducida la tarea fundamental del entorno inmediato del presidente del Gobierno. El último producto de dicha factoría es que el Sr. Sánchez va a “ir a por todas”.
Dijo también el Sr. Echenique que el Gobierno de coalición es un logro del 15-M, que, como ustedes saben, nació el 15 de marzo de 2011, cuando gobernaba el Sr. José Luis Rodríguez Zapatero, del Partido Socialista Obrero Español, que se mantenía enrocado en su negación del impacto de la crisis internacional en la, para él, “saneadísima” situación financiera de la economía española. Hoy por hoy, tenemos, para nuestro mal, nuevamente, otro secretario general del Partido Socialista Obrero Español enrocado en negar el impacto en nuestro presente y en nuestro futuro gracias a la, para él, “acertadísima” política económica del Gobierno español, que, aparentemente, según él, admiran en el contexto internacional.
Si la huida precipitada del Sr. Rodríguez Zapatero de sus responsabilidades gubernamentales, un año antes de lo previsto, dejó la situación económica de España en las condiciones en las que la dejó, da miedo pensar en cuáles serán las condiciones en las que la vaya a dejar este triunfalista gobierno de coalición. Tengo para mí que, en esta permanente escapatoria hacia adelante, semana a semana, sin que se vea trayectoria coherente alguna, el impacto va a ser considerablemente mayor (como diría el Sr. Echenique, “sí se puede”).
En su panfletaria, propagandista e inconsistente intervención, el Sr. Echenique se lanzó a calificar al Partido Popular como una amenaza para la democracia, así como a negarle su condición de Partido moderado y de Estado. Todo ello porque el Sr. Feijóo ha calificado el reciente viaje de la Ministra de Igualdad, con sus acompañantes, a los Estados Unidos, como una actividad de mero turismo a costa del erario público ya que, a día de hoy, se desconocen los resultados de dicho viaje. Y es que los totalitarios asumen mal la crítica, que con tanta ligereza y mucha mayor agresividad dirigen contra sus adversarios.
Sobre esta base, equiparó las afirmaciones del Sr. Feijóo con las del ex presidente estadounidense Trump que, según el Sr. Echenique, dio cauce a una horda de ultraderechistas asaltando el Capitolio y asesinando policías. Omitía, maliciosamente creo yo, el Sr. Echenique, que la única fuerza política que ha llevado a cabo un asalto al Parlamento español ha sido el movimiento 15-M, que encabezaba visiblemente Unidas Podemos, rodeando el Congreso de los Diputados al grito de “que no, que no, que no nos representan” y lanzando botellas y latas sobre los Diputados del Partido Popular a la salida de éstos del Congreso porque no aceptaban el resultado electoral de 2011, después de la huida del Sr. Rodríguez Zapatero. ¿Lo recuerdan? Luego llegarían las alertas antifascistas en Andalucía tras la pérdida del Gobierno Autonómico por parte del Partido Socialista. Más de lo mismo. Una evidente amnesia selectiva, a la par que tendenciosa, del partido que representa a la ideología que más vulneraciones de los derechos humanos ha protagonizado en la historia de la humanidad.
En la sucesión de intervenciones de representantes de fuerzas políticas que se posicionan en el entorno ideológico del Gobierno de coalición, se fueron sucediendo, como es habitual, las manifestaciones en contra de quien no concurría al debate de política general con impacto en el estado de la nación, es decir, a posicionarse en contra de la oposición, lo cual no deja de ser sintomático de una especial manera de hacer política agresiva, de hostigamiento y de deslegitimación de la oposición para difuminar, hasta la eliminación, su mensaje en el panorama político nacional. Es la lamentable continuación de los cordones sanitarios acuñados por el presidente Rodríguez Zapatero en sus ensoñaciones frentepopulistas. Intentos de hacer desaparecer del espacio público la forma de entender la realidad nacional de, al menos, la mitad de la población española bajo el rodillo de sus perspectivas sectarias.
El debate, a partir de aquí, se sustanció en una suerte de pugilato de apoyos recíprocos entre todos aquellos a los que une su común aversión por los que no piensan como ellos, es decir, por los que no son de izquierdas y que, por lo tanto, ven la realidad española desde una perspectiva diferente. En otras palabras, la consolidación del sectarismo más abyecto, que tuvo su punto culminante en el respaldo colectivo de todos ellos al evidente asalto, por parte del Gobierno de Pedro Sánchez, al presuntamente independiente Poder Judicial. En este ámbito, la Unión Europea nos observa con alarma, preocupación y una creciente impaciencia por la negativa del Gobierno a promover una revisión de los principios que rigen la definición de la dirección de este relevante pilar del armazón institucional en nuestro país.
Creo que el culto a este lenguaje frentepopulista de hostigamiento, deslegitimación y señalamiento del adversario político, es lo que real, auténtica y peligrosamente constituye una amenaza para la democracia.