Han llevado, como sus compañeros en activo, una vida honrada al servicio de España, luciendo siempre la enseña nacional y presumiendo de su españolismo. Pero hoy son veteranos o jubilados. Lo del verde o el tricornio tiene que crear mono porque los guardias de Melilla, como los de tantas provincias, quieren seguir comprometidos con el Instituto Armado a través de la Hermandad, que sienta sus reales en uno de los locales de la isla de tierra del Cargadero del Mineral. Hermoso, aunque escueto, local social con superficie gastronómica, como debe ser. No sólo de mosquetones y capotes vive el hombre.
Lo han hecho muy bien porque han encomendado la cosa de fogones a una familia hostelera donde las haya, los Marta, en este caso los Marta de Mary, Jenny y Pite, valores al alza que comparten dedicación con otros ‘martas’, Pepe y Miguel Ángel. Bueno, para ser más exactos, heredan por la vía del patriarca, fallecido y recordado: Quien fue novillero elegante, Pepe Marta, de Melilla. Estos profesionales tienen eficacia gastronómica pero mucha más eficacia humana. Estás como en casa y si, encima, la casa es Benemérita, mucho mejor. Confluyen sentimientos de altura.
Allá por el Cargadero encontramos a Yonaida Sellam. Está –con su nueva imagen, no me da la gana de decir ‘look’– guapísima. ¿Qué tiene que ver Yonaida con la Guardia Civil? Pues resulta fácil asociar ideas: El Instituto Armado está al servicio de la sociedad y Yonaida Sellam asume obligaciones sociales y se compromete con los derechos de las personas, sean cuales sean las personas. “A ver si me dedicas unas líneas en ‘El Faro’, muchacho”. Gracias por lo de muchacho, hecho está el trabajo, admirada Yonaida.
La sede de la Hermandad de Veteranos de la Guardia Civil ofrece rincones emotivos. Esa pareja de ‘guardias civiles camineros’, en bronce, tricornios y capas, sin rostros, junto a una imagen de la Virgen del Pilar, la Patrona, conmueve. Esos ejemplares de prensa, la prensa que se hizo y hace eco de historias de la Benemérita tiene un gran interés, casi histórico. Y la hospitalidad; porque el local es de la Hermandad pero todos los melillenses y visitantes pueden acceder al mismo. En ese rincón de la antigua galería del carbón todo el mundo es bien recibido y mejor atendido.
Me ha dicho un amigo guardia que está deseando ser veterano para ir cambiando de hábitos: Alejarse –no mucho, por si las moscas– de la Casa Cuartel e irse cerca del mar para seguir aspirando ese verde –los colores también se aspiran– , ese tomillo, ese romero y aspirando, también la fraternidad de toda una vida al servicio de la Patria. O sea, que siga viviendo honrada la Guardia Civil.