Melilla ha registrado este mes de enero unas cifras de paro que no se habían visto en décadas en la ciudad. De hecho, la Delegación del Gobierno ha destacado que estamos ante las mejores cifras en mucho tiempo.
Hablamos de que a día de hoy hay 7.734 desempleados en la ciudad frente a los 9.627 con que cerramos el año 2019, el primero de la actual legislatura del tripartido CpM-PSOE-Eduardo de Castro.
Estas buenas cifras han llevado al sindicato UGT a valorar positivamente los datos de la bajada del paro en enero, pero poniendo sobre la mesa que ahora estamos pendientes de impulsar el empleo de calidad y eso, considera que se puede conseguir aprobando los retoques a la reforma laboral del Partido Popular, que tantas ampollas levantó en su momento.
Efectivamente, no podemos emborracharnos de éxito. Tenemos ante nosotros unos buenos datos del paro, pero no podemos ignorar que estos números tienen un componente artificial porque recogen el efecto de los planes de empleo que entraron en marcha en diciembre de 2021.
Eso significa que, por adelante tendremos seis meses de datos positivos de empleo, pero todos sabemos que esto es pan para hoy y hambre para mañana. Lamentablemente en julio volveremos a ser conscientes de la magnitud del parche.
Por otro lado, tampoco hay que olvidar, que los buenos datos de los que habla la Delegación del Gobierno recogen también la depuración de las listas del desempleo tras el cierre de la frontera. En buena medida hemos conseguido librarnos de la picaresca de cobrar el paro en Melilla y vivir en Marruecos de la ayuda pública del Gobierno español.
Y eso es lo que durante muchos años se pidió que se hiciera: control a fondo de los demandantes de empleo. Hoy hay que reconocer que se ha avanzado, para bien, en ese sentido.
Si además restamos los ERTE que quedan activos y los trabajadores transfronterizos que no han podido renovar sus contratos porque al no haber frontera, su figura desaparece, podemos estar ante una bajada del paro con efecto yo-yó.
Por tanto, hay que actuar con cautela y aprovechar estos buenos números para implementar políticas de empleo con efectos más duraderos porque, si bien no podemos ignorar el impacto positivo de los planes de empleo en las familias melillenses, como se ha dicho hasta la saciedad, ésta no es la solución.
Hay que aprovechar los fondos europeos para adecuar la formación de nuestros parados al tipo de empleo que generamos de forma natural en Melilla, pero también para crear otros nichos. Si queremos que vengan empresas tecnológicas a la ciudad, necesitamos mano de obra cualificada para emplear en esas compañías.
Es innegable que vivimos un buen momento para el empleo en la ciudad. Ahora toca pisar el acelerador para ir a más, pero en serio y sin dietas milagro.