EL presidente de la Ciudad, Eduardo de Castro, dijo este miércoles en los actos oficiales en homenaje al Día de la Patrona de Melilla, la Virgen de la Victoria, que respeta la decisión de CpM de no acudir a los actos del 17 de septiembre, en los que se celebra el Día de Melilla, pero que le gustaría que estuvieran en ellos o al menos en el homenaje a las víctimas de la Covid.
Digamos que el presidente ha apurado discretamente, sin transgredir, los límites que le permite su posición de jefe de un Gobierno de coalición, donde la mayoría de diputados militan en el partido que no quiere ir a los actos oficiales que organiza el Ejecutivo al que pertenecen.
A primeros de este mes, la consejera de Hacienda, Dunia Almansouri, reiteró la decisión de su partido de ser consecuente con su histórica postura de no asistir a unos actos institucionales, que ellos entienden y han entendido siempre que celebran la conquista de la ciudad por Pedro de Estopiñán a través de un “acto de sangre”.
Este tema, como es natural, es motivo de controversia todos los años en Melilla porque no se entiende que un partido melillense no celebre los actos por el día de la ciudad a la que representa, defiende y sirve.
Esta situación me recuerda mucho la reivindicación de los gobiernos de la izquierda latinoamericana que en todas las tomas de posesión culpan de todos los males actuales a la conquista de América, como si don Diego Velázquez fuera el responsable de las altas tasas de paro y la corrupción que han campado durante años en la política continental.
Hay que superar la conquista de América y mirar al futuro. Los alemanes no se quejan de que no están donde deberían estar porque tuvieron que reconstruir el país tras la Segunda Guerra Mundial. Si ellos pudieron volver a liderar la economía mundial, Latinoamérica también puede. Pero eso no se consigue instaurando gobiernos con exceso de grasa, que terminan convirtiéndose en maquinarias de ralentización de la Administración pública. Allí donde hay burocracia la prosperidad siempre llegar tarde.
Hemos dicho en otra ocasión y reiteramos en ésta, que esta alergia de CpM a participar en un acto que reivindica los orígenes de esta ciudad son aparte de una descortesía institucional, un obstáculo a la posibilidad de convertirse en un partido transversal, como diría Errejón, que aúne todo el voto progresista de Melilla.
Eso no debería estar condicionado a la existencia o no de partidos como Adelante Melilla, de Amin Azmani, escindido del PSOE, Podemos o cualquier otra fuerza de izquierda sino a que exista la voluntad por parte de los cepemistas de dejar de ser un partido con líneas rojas que no ayudan a la integración. No hay necesidad de tanta faja. Como le dijo el Papa Juan Pablo II a los comunistas cubanos cuando visitó la isla en 1998: es necesario que Cuba se abra al mundo para que el mundo se abra a Cuba.
Ésa, en mi opinión, es la única manera de conseguir que un partido localista como CpM llegue a sentarse en el Congreso de los Diputados y pueda conseguir para Melilla con un solo diputado lo que no puede hacer el PP con toda su bancada.
No porque no quiera, obviamente, sino porque los votos sueltos de los partidos nacionalistas y localistas se cotizan al alza en la Cámara baja. Muchas veces son determinantes para aprobar presupuestos generales o sacar adelante leyes orgánicas y eso les da un valor adicional que siempre rentabilizan barriendo para sus territorios. Sólo así se explican las inversiones que llueven en Canarias o Teruel, desde que este último territorio consiguió representación en el Congreso.
CpM estuvo muy cerca de lograr un diputado en Madrid en 2019. No lo consiguió entonces y se le ha puesto cuesta arriba ahora, debido sobre todo, al desgaste del PSOE y el hundimiento de Cs, con los que pactó para gobernar al inicio de la legislatura. También le arrastra la fatiga de gobernar en medio de la pandemia del coronavirus sin logros tangibles que mostrarle al electorado, más allá de la retirada de la estatua de Franco de la ciudad.
Pero no es imposible. En política puede pasar de todo. El PP de Pablo Casado perdió las elecciones catalanas en febrero de este año y enseguida se apresuraron a anunciar que se mudaban de Génova. Tres meses después, Ayuso resucitó el partido en las elecciones de mayo en Madrid hasta el punto de que a Pablo Casado dicen que se le ha puesto cara de presidente y tiene ya todo listo para mudarse a la Moncloa.
La política es como el fútbol, hasta que no pita el árbitro puede pasar de todo. Quedan dos años por delante y dos años es una eternidad en política, pero cuando las cosas están tan torcidas como las vemos en Melilla, mucho tiene que cambiar el panorama para que CpM arrase en las elecciones de 2023.
De ahí la importancia de mover ficha. Pablo Iglesias no paraba de renegar de la Corona y terminó regalándole a Felipe VI la saga completa de Juego de Tronos. No es que CpM renuncie a ser CpM sino que asuma que es un partido de Gobierno y que gobierna para todos los melillenses. Qué menos que acudir al acto oficial de los actos por el Día de la Ciudad que aspiran a presidir en solitario. Eso dejaría sin argumentos a más de uno en esta ciudad.
El debacle del PP de Melilla en las elecciones Generales en Melilla la tiene el PP de Melilla por presentar a Otazu que ganó por 140 votos y Acedo que ganó por 40 votos, si al PP de Melilla no le queda claro que esas personas no lo votan la mayoría de los melillenses, les ocurrirá lo que le paso a Imbroda
Y se repetirá la imagen que fue una vergüenza para los melillenses: “ aquella imagen de rabia descontrolada de Imbroda cuando lo echaron de la presidencia de Melilla”