Es la esperanza para todos: vacunar. Y hacerlo además a un ritmo que permita que buena parte de la población haya recibido la pauta completa cuanto antes. Solo así podrá empezarse a pensar en una salida de la pandemia que tantas desgracias ha causado. La campaña continúa para abarcar una mayor cantidad de personas, sobre todo nuestros mayores, consiguiendo la inmunidad deseada.
Desde la Ciudad se insiste en la necesidad de seguir recibiendo vacunas a un ritmo constante para no parar, para continuar funcionando y facilitando las dosis a los grupos contemplados en la estrategia de vacunación cuya actualización es constante.
Tenemos los recursos y espacios para seguir con ese ritmo, solo hace falta un suministro constante para no bajar la guardia y seguir haciéndonos fuertes ante esta pesadilla. No obstante, de nada sirve que avancemos en este lado si luego el comportamiento de una parte de la sociedad no es responsable, hasta el punto de que al margen de la movilidad exterior tan criticada se siguen viendo comportamientos en Melilla tan escandalosos que pueden llevarnos a una cuarta ola. El camino de la responsabilidad es el único compañero de viaje de la vacunación constante. Si nosotros no ponemos de nuestra parte y no condenamos con denuncias los comportamientos de otros, mal iremos.