Entonces [Pilato] se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús, y, cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice Gólgota) (Jn 19, 17)
Así tras ser azotado y coronado de espinas el Varón de Dolores es obligado a cargar con la cruz, esa que pasó de ser una ignominia a convertirse en signo de salvación.
Hoy, la Mezquita del Toreo se convierte en Catedral para abrir sus puertas y dejar que, con toda solemnidad, salga el Nazareno. Sus portadores tendrán que salvar la escalinata por la que se accede a la Plaza de Toros para llevar, hasta el corazón de la Ciudad, al santo y seña de la Semana Santa melillense.
El Miércoles Santo en Melilla es la historia de un pueblo hecha procesión. El Nazareno junto a su Madre, Nuestra Señora de los Dolores, bajaron de Melilla la Vieja para encontrase en esta noche con sus fieles y devotos. ¡Cuántas oraciones habrán brotado de los corazones de nuestros antepasados delante de estas imágenes! ¡Cuántos ojos humedecidos ante la Virgen de las Lágrimas para pedir ese favor o agradecer el concedido! No estamos solamente ante una procesión, estamos ante la experiencia de un pueblo centenario que, ante tantas vicisitudes, como las que estamos viviendo en 2020 y 2021, ora a las imágenes de su devoción.
Bajo palio y al compás de las marchas de procesión vienen las Lágrimas de la Madre del Redentor. Con paso sevillano, sus costaleros tienen su particular modo de orar meciendo el paso, al compás de la marcha, creando un ritmo con el tintinear de las bambalinas chocando contra los varales del palio. Gran acierto el de la Junta de Gobierno, presidida Marcelo Nogales, entonces hermano mayor, de transformar el trono en paso ante el ofrecimiento de Álvaro Guzmán en 2009.
Pero este Miércoles Santo es diferente, el Nazareno no recorrerá las calles del ensanche ni las bambalinas chocarán contra los varales del palio, hoy, los titulares de la Real Cofradía y Hermandad Franciscana de Ntro. P. Jesús Nazareno y María Stma. de los Dolores nos esperan en la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, que, como si de una nueva huida a Egipto se tratase, han tenido que dejar su “Pueblo” para refugiarse en la centenaria iglesia del centro, mientras duren las “eternas” obras de la Purísima.
Por todo ello, hoy nosotros somos los que nos adentraremos en la historia visitando al Nazareno que un año más extiende su mano derecha para bendecirnos y uniremos nuestras lágrimas a las de su Madre en esa oración que brota desde lo más hondo de nuestro corazón.