D ECENAS de personas se reúnen por las noches cada fin de semana en Melilla La Vieja. A pesar de las normas sanitarias para combatir el covid-19, muchos vecinos siguen organizando quedadas y fiestas, incumpliendo las restricciones impuestas por la Ciudad para evitar la propagación del virus.
Hay a quienes les da igual todo lo que ocurra: siguen organizando fiestas, continúan haciendo vida social como si nada pasara, incumplen el toque de queda, en cuanto pueden evitan el uso de mascarillas o la distancia social. El coronavirus no va con ellos, pensarán. Pero sí va, porque de esa mala actitud pueden derivarse más contagios, y de nuevos contagios haber más muertes. No es lógico que hayan pasado las diez de la noche, y que se siga viendo a grupos por la calle; que las autoridades aconsejen reducir los encuentros sociales y haya quienes siguen reuniéndose de manera innecesaria No es lógico que haya una parte de la población cuya máxima preocupación y enfado no están vinculados a que sigan falleciendo personas sino a que las autoridades les hayan fastidiado el puente en la península.
No, no nos damos cuenta de lo que pasa, de que el riesgo sigue siendo extremo. Y no, la autoridad, quien tiene el mando que es la Ciudad, no está siendo lo rápida que debiera a la hora de reaccionar de manera efectiva ante los incumplimientos claros que todos vemos.