La directora de Cáritas Interparroquial de Melilla, Pilar Illázquez, explicó a El Faro que son 30 familias más las que atienden desde que comenzó la crisis sanitaria entre todas las sedes de nuestra ciudad. Este año no hay campamentos de Cáritas, las colonias urbanas, como se les conoce aquí, pero eso no quiere decir que no se atienda a estos niños. Explicó que las familias a las que pertenecen forman parte de los usuarios de esta entidad y se les asiste durante todo el año.
Lo cierto es que durante estos meses de crisis sanitaria la atención a estas familias se ha intensificado. Illázquez aseveró que las circunstancias en las que viven estos ciudadanos llevaban a estar aún más pendientes de ellos.
‘Abiertos’, en el confinamiento
Además, la directora de Cáritas de Melilla afirmó que ni cuando hubo el confinamiento se dejó de asistir a estas familias. Indicó que las sedes estaban cerradas, pero que se seguía atendiendo a las necesidades de ellas desde las casas de la trabajadora social o de ella misma. “Hemos estado en contacto con ellos y atendiéndoles”, aseveró.
El hecho de que no haya colonias infantiles no significa que se les deje de lado en verano ni se olvidan de ellos. “Son familias que están acogidas en nuestras Cáritas y las estamos ayudando en todo lo que necesitan y mucho más por las circunstancias que vivimos”, afirmó Illázquez.
Situación complicada
En este sentido, argumentó que la situación de estos ciudadanos ha empeorado aún más estos meses, así como la de otros que han llegado nuevas a estas Cáritas. Muchos progenitores trabajaban en la economía sumergida, como las madres limpiando casas o cuidando de personas mayores y muchos padres se buscaban la vida como decían ellos. Al estar confinados, no podían salir para buscar ese sustento para sus familias.
“Se veían un poco agobiados y no solo por la situación económica, sino también a nivel emocional y psicológica. Se ha sufrido mucho. Y desde el primer momento, por ejemplo, se derivó el teléfono de Cáritas a al mío y, tanto la trabajadora social como yo, hemos estado trabajando en casa”, aseveró. Illázquez insistió en que no solo se han buscado las ayudas o se han derivado a las familias a los servicios que podían ofrecer estas aportaciones, sino que también se ha intentado atender a nivel psicológico. Aseveró que estas personas llamaban a todos lados y todos los teléfonos estaban colapsados en un inicio dejándoles en una situación emocional complicada porque no sabían qué más hacer teniendo que cubrir gastos fijos de la casa y teniendo niños.
Beca de comedor
Hubo unos días sin comedor para los niños y muchas de estas familias contaban con esta ayuda en los colegios, indicó como ejemplo. No obstante, la presidenta de esta entidad aseveró que la Ciudad se puso en marcha lo más rápido que pudo para dar una beca de comedor a estas familias (100 euros) y a otras más que solicitaron esta aportación a esta ONG. Destacó que la Consejería de Políticas Sociales se preocupó de preguntar a Cáritas si sabían de más menores que precisaran de esta ayuda.
Cuando finalizó el estado de alerta y siguiendo las normas sanitarias de cada fase, se abrió el despacho y se fue llamando a estas 30 familias de forma progresiva en cada sede para analizar aún mejor su situación.
Y es que al inicio de esta crisis hubo que fiarse de la palabra de estas personas porque no se podía andar solicitando documentación ni justificantes de nada. De hecho, indicó que había personas que solo llamaban una vez y no volvían a preguntar por nada. En cambio, otras familias no paraban de contactar con Cáritas dando toda la información de a dónde habían llamado, si no les atendían, y era una muestra de que tenían necesidad de contar con esa ayuda.
Es ahora cuando se está conociendo a estas familias de forma más personal porque algunas de ellas nunca habían acudido a Cáritas, comentó.
Sin ingresos
La directora de esta ONG en Melilla argumentó que el retraso en los cobros de los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) o el paro han llevado a muchas familias a no tener nada de ingresos para comer y seguir pagando las facturas, por lo que se ha ayudado a bastantes ciudadanos en estos meses. Y es que entre todas las Cáritas había unas 200 familias ya antes de la llegada del coronavirus.
Además de contar con algo de comida en sus casas, la siguiente preocupación de estos ciudadanos era poder pagar la luz o el alquiler, pero desde Cáritas se destacó que se había decretado que la luz no se podía cortar en esos momentos, y es ahora cuando se están abonando esas facturas como indica el Estado, ni tampoco echarles de la casa.
Illázquez remarcó que en este verano ni en ningún momento del año se cierra Cáritas y que aún estando la sede clausurada por el estado de alarma no se dejó de atender a nadie y todo se hacía por teléfono y transferencias. “Siempre estamos operativos”, añadió.