Ayer comenzaron las clases del Conservatorio de Música de Melilla en su nueva sede, el reformado Mercado Central.
Después de años de espera, el edificio ha sufrido innumerables retrasos desde que fue proyectado, los alumnos han podido estrenar las nuevas instalaciones.
Se trata de un edificio moderno, que supera con creces al anterior emplazamiento del Conservatorio, pero la sensación de maestros y alumnos ha sido agridulce en este primera toma de contacto.
Los estudiantes y los profesores aterrizaron ayer y por primera vez se enfrentaron al nuevo espacio en un desembarco que puede haber sido precipitado.
Aún quedan cosas por mejorar para que el Mercado Central se convierta en el lugar idóneo para dar las clases.
Al parecer, no hay aulas suficientes para albergar todas las materias que se imparten, y las que hay, no todas ellas cuentan con insonorización. Tampoco se han instalado todos los recursos técnicos necesarios para la labor docente y hay instrumentos que es necesario afinar o acondicionar debido a que han estado tiempo sin ser usados. Tampoco el salón de actos es el ideal, ya que no puede albergar a la totalidad de miembros que componen la banda de música.
Hay muchos problemas por subsanar si se quiere ofrecer una enseñanza musical de calidad a los alumnos y después de tanto tiempo no se entiende que no se hubieran solucionado antes del comienzo del curso.