Elaborado por el Ministerio de Sanidad, el Barómetro Sanitario 2018 deja sabor agridulce en Melilla. Los ciudadanos aprueban el sistema sanitario público, sí, pero le dan la nota más baja del país (5,7) y se queda casi un punto por debajo de la media nacional (6,5).
Estiman los melillenses que la sanidad pública funciona bien, sí, pero necesita mejorar, por lo que piden cambios.
Listas de espera, masificación de las urgencias de los hospitales y el escaso tiempo que dedican los profesionales médicos a los pacientes son los principales talones de Aquiles de un modelo que un nada desdeñable 13,3% de melillenses reharía de manera completa.
Quizás por ello un 21,5% de quienes viven en nuestra ciudad dispone de seguro privado de salud, un escenario en el que solo nos superan Madrid y Baleares.
Otro dato, uno que hila los anteriores: casi nueve de cada diez de esos asegurados (87,2%) eligieron esa opción para obtener más rapidez en la asistencia.
Pero si nos fijamos en los centros de salud, veremos encendida una de las mayores alarmas: la espera media para lograr una cita con el médico de cabecera es de 6,23 días. Dicho de otro modo: nadie en España tiene que aguardar tanto como los residentes en Melilla para acudir a la consulta de Medicina de Familia. Y no es el único dato en que la ciudad se lleva el dudoso honor de ser la primera de la lista...
A la vista de los números, el diagnóstico del sistema sanitario público en Melilla parece entrar en pronóstico reservado. Necesita mejorar. Urge para ello, entre otras recetas, la puesta en funcionamiento del nuevo hospital. Y, por supuesto, cuidar y proteger el bien más valioso de cualquier organización, también de la sanidad: sus profesionales. Solo así los próximos análisis permitirán vislumbrar una mejora y, tanto o más importante, evitar un agravamiento de la situación.