El 23 de diciembre de 2003 España y Marruecos firmaron un memorando sobre la repatriación de menores extranjeros no acompañados que nunca llegó a ponerse en práctica.
En aquel momento, se habló de devolver los niños a Marruecos sin necesidad de localizar a su familia o de determinar si ésta estaba en condiciones de hacerse cargo del menor.
Llegó a hablarse, incluso, de que a la hora de devolver el niño podía hacerse en caliente, si éste era sorprendido entrando por mar o tierra. Otra cosa era si era detectado dentro de España. En ese caso había que acreditar la nacionalidad antes de entregarlo a las autoridades marroquíes de la frontera.
Eso nunca llegó a hacerse oficialmente. Diez años después, el 22 de marzo de 2013, el Boletín Oficial del Estado publicó el Acuerdo entre España y Marruecos sobre “la cooperación en materia de prevención de la inmigración ilegal de menores no acompañados, su protección y su vuelta concertada”. Éste había sido firmado en Rabat el 6 de marzo de 2007 y para ponerlo en marcha sigue siendo necesario que sea ratificado por Marruecos.
Desde entonces han pasado 6 años y Rabat, según recogió el periodista Ignacio Cembrero en el Diario de Sevilla, mantiene la misma retiscencia a recibir de vuelta a cientos de niños a los que el ministro del Interior marroquí dice que se les presupone que son de Marruecos.
España ya salvó este escollo con el Tratado de Readmisión de Migrantes de 1992, que no cogió carrerilla hasta 2012, durante el Gobierno de Rajoy, porque Marruecos ponía como pretexto que no podía demostrarse que los inmigrantes que llegaban a España habían salido de territorio marroquí.
Ese obstáculo quedó a un lado cuando España empezó a hacer efectivo el artículo 11 de ese tratado que habla de compensación económica por el gasto en el que Rabat puede incurrir en las repatriaciones de inmigrantes.
El problema está ahora en cómo Marruecos le vende a España la obligación de pagar por llevarse de vuelta a su país niños que son suyos y en los que nuestro Estado se está dejando millones y millones todos los años.
Sin ningún pudor, Marruecos le ha propuesto a España que costee la educación de los niños repatriados en los centros de acogida a los que vayan cuando sean devueltos.
España se lo está pensando, porque esto puede ser un buen negocio, si Marruecos pone freno a la salida de menas. De esta forma, nuestro país asumiría los gastos de educación y manutención de unos 10.000 niños. No es barato, pero más caro le sale mantenerlos en España.
Todos sabemos cómo se las gasta Marruecos. Este pacto puede convertirse en un agujero negro si siguen llegando menas.
A la legislatura le queda un telediario. El problema de los menores extranjeros no acompañados sigue sobre la mesa. Si se ha avanzado o no, sólo lo sabe el Gobierno. Desde fuera no se notan ni siquiera las conversaciones. Estamos donde estábamos en 2003.