Es, desde ya, un orgullo para Melilla: acaba de ganar el VI Certamen de aforismos José Bergamín, el primer melillense en conseguirlo. Dentro de poco, se publicarán todos en un libro. Ferrero es capaz de resumir ideas y pensamientos de gran densidad en un par de frases. Lo suyo es escribir sentencias breves pero que aportan un campo de visión infinito. Empezó a escribir para intentar conocerse a sí mismo pero, cuanto mas se descubre, menos sabe quién es.
–Felicidades, es la primera vez que un melillense gana este certamen.
–Gracias. Para mí, es un orgullo. El hecho de ser melillense me ha resultado un estímulo para abordar ciertos aspectos de los aforismos.
–Explíquese.
–Muchos de mis aforismos no tienen nada que ver con la vida cotidiana. Pero hay otros muchos que sí. Como melillense experimento en mi día a día la sensación de estar apartado del resto. Estamos lejos. Aquí las cosas nos llegan un poco más tarde que a otros lados. Esto hace que a veces me sienta aislado de ciertos hechos y acontecimientos.
–¿Se refiere a las condiciones geográficas?
–Sí, además estas condiciones acarrean consecuencias, claro. Y estas me han servido para trabajar de manera introspectiva, me aportan pensamientos sobre lo que yo represento en el mundo y lo que mi pequeño mundo representa en el mundo en general. Y esta es una de las bases de mi trabajo con los aforismos.
Como melillense experimento la sensación en mi día a día de estar apartado del resto. Estamos lejos”
–Quizá haya gente que no sepa qué es un aforismo. ¿Lo puede explicar?
–Son sentencias, frases cortas de una, dos o tres líneas redactadas de una manera ingeniosa, poética o filosófica para acotar un pensamiento y ofrecerle así una posibilidad de apertura. Todo el mundo sabe lo que es un aforismo, pero no lo tiene asociado a ese término. Es un género literario como pueden serlo el cuento o la poesía. Y créeme, nos rodean, están en todas partes. Se pueden notar hasta en el márketing o en la publicidad. Aunque como género es cierto que no está muy extendido en España.
–¿Y por qué no se cultiva tanto aquí?
–A mí me extraña que no haya tenido un cultivo tan profuso como lo tienen otros países como Alemania y Francia. Además, hemos tenido figuras literarias de primer orden como Juan Ramón Jiménez, Ramón Gómez de la Serna o el mismo José Bergamín. Ellos sí lo cultivaron, y por cierto, con bastante eficacia. Sinceramente, no puedo detectar por qué en España, con una lengua tan rica y fértil como es el castellano, no haya calado tanto.
–¿Entonces, cree que el aforismo podría tener más recorrido?
–Desde luego. Mire, yo pienso que a veces para adquirir un conocimiento, no hace falta leer un documento de 300 páginas o con infini dad de citas y bibliografía. Esto puede ser un poquito arduo. Sin embargo, el aforismo casa bastante con la manera que tiene la gente de comunicarse hoy día con el mundo. Me refiero a la comunicación tan efímera y visual que se ha implantado a raíz del boom de las redes sociales y las nuevas tecnologías.
–¿Cómo llegó usted hasta este género?
–Fue en mi época de universitario. A través de mis estudios de la carrera de Filosofía. En esa época empecé a apreciar figuras como Nietzsche y Schopenhauer. De ambos, admiro su manera tan fragmentaria e impulsiva de escribir. Esto hizo que me interesase bastante en esa manera fugaz, sonora, impresionista y poética de transmitir pensamientos.
–Entonces, ¿filosofía y aforismo pueden ser aliados?
–Yo considero que, tanto como para la filosofía o para cualquier conocimiento en sí, el vehículo del aforismo, puede ser muy útil.
–¿Cómo surge la iniciativa de presentarse al Certamen José Bergamín?
–Publiqué mi primer libro de aforismos en septiembre de este año, ‘La revolución de la paciencia’. Mi primer editor me sugirió que me presentase. Me hizo ver que el material que yo había trabajado durante todos estos años, me acreditaría. Me animé a raíz de estas conversaciones.
–¿Se presentaron muchas y muchos escritores?
–Sí, competí con escritores y escritoras que enviaron sus manuscritos desde Latinoamérica, y Europa. El mío estaba compuesto por unos 400 aforismos.
–¿Tiene pensado hacer algo con ese material?
–Los voy a reunir en un libro. Estoy trabajando en la edición que presentaremos de aquí a unos meses. Todos estos aforismos tratan sobre infinidad de temas, es como escribir un diario, tiene mucho que ver con la composición.
–¿Y cómo compone usted estos aforismos?
–La vida diaria tiene muchas escenas que a uno le sugieren un pensamiento, o alguna asociación con ellos. Otras veces aparecen de manera súbita haciendo cualquier cosa. Primero hay que dar con un pensamiento, luego hay que pulirlo estilísticamente.
–¿Qué hace falta para poder escribir aforismos?
–Yo creo que lo primero es comprender ciertos aspectos. Ser escritor de aforismos significa entender, de manera personal, cómo sucede el mundo. Yo no lo entiendo en continuo.
El aforismo casa bastante con la manera que tiene la gente de comunicarse con el mundo”
–¿A qué se refiere?
–Para mí el mundo no es un relato, pese a que los seres humanos intentemos verlo de esta manera. El aforismo representa la accidentalidad de la vida en sí misma. Y eso está muy representado en los signos de nuestro tiempo, vivimos pura accidentalidad y experimentamos el mundo desde el fragmento.
–¿Usted cuando empezó a escribir?
–Desde adolescente. Para mí, la escritura siempre ha sido una manera bastante recurrente para descargar mi incertidumbre ante lo que veo, lo que creo que veo y lo que no sé si veo.
–¿Se refiere a que ha usado la escritura como método de autoexploración?
–Sí, la escritura siempre me ha ayudado a experimentar y a sentir lo que puedo pensar que experimento. En definitiva, a saber más sobre mí, a conocerme mejor a mí mismo
–¿Y ha llegado a alguna conclusión?
–Aforismo: “Solo sé que no sé nada”, Sócrates dixit.