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Entre las conductas delictivas más execrables se encuentra sin lugar a dudas la de quienes difunden la pornografía infantil. Ayer se conocieron dos casos relacionados con Melilla que estremecen por la vileza con la que han actuado quienes los han cometido.
La Policía Nacional anunció la detención en la ciudad de dos mujeres, una de 28 años y otra de 35, bajo la acusación de compartir a través de sus teléfonos móviles un vídeo de contenido sexual que mostraba a un menor de edad.
Desde la última reforma del Código Penal, conductas como la descrita pueden castigarse con penas de entre uno y cinco años de prisión. El delito no se reduce únicamente a la difusión de esas imágenes en la web, sino que el mero hecho de disponer de archivos de ese tipo es un acto delictivo.
La operación continúa abierta y no se descartan más detenciones por este motivo, según ha podido averiguar El Faro.
Fuentes policiales contactadas por este periódico subrayaron que lo que deben hacer quienes reciban en sus terminales vídeos o imágenes de pornografía infantil es denunciar esos hechos ante la Jefatura.
Aparte, la Guardia Civil informó de un acto aún más grave. La Benemérita ha detenido a un hombre de 40 años, residente en Santander, que supuestamente coaccionó a una niña de 11 años de Melilla para que intercambiara con él vídeos y fotos de contenido sexual. El individuo contactó con la menor a través de una aplicación móvil y fue así como, mediante amenazas, la forzaba a grabar “vídeos y fotos de su cuerpo” que la niña enviaba a este hombre. El presunto autor de estos hechos también transfería imágenes de contenido pornográfico a la niña, de acuerdo con la investigación practicada por el Instituto Armado.
Ante casos como los descritos, hay que ser implacables. Todo el peso de la ley debe caer sobre aquellos que difundan pornografía infantil o abusen de menores para conseguir sus despreciables fines.