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El violinista melillense Javier Lupiáñez lidera este conjunto de cuerda desde que se fundó el grupo hace casi 4 años
Scaramuccia trasladó a los asistentes del Teatro Kursaal a una época de película con su estilo musical poco habitual hoy en día: la música barroca. Así, el conjunto de cuerda, liderado por el violinista melillense Javier Lupiáñez desde su formación en 2013, dio a conocer un repertorio de música barroca poco conocida, que no dejó indiferente a nadie.
El conjunto de cuerda tocó piezas de Vivaldi
y otros compositores de la época barroca
El concierto comenzó puntual. Sobre las 19:30 horas los cuatro componentes del grupo saltaron al escenario del Kursaal para deleitar con sus arcos, teclas y cuerdas al público que asistió con una mezcla de curiosidad y sorpresa. Pieza tras pieza, los asistentes se volvieron más cercanos con los músicos, quienes traen a sus espaldas una trayectoria envidiable, especialmente por el descubrimiento de nuevas piezas de Vivaldi que hasta hace tres años eran desconocidas.
Descubridores
El melillense Javier Lupiáñez toca el violín en este conjunto, que dirige desde que los fundó en 2013 junto a sus compañeras Inés Salinas, violoncellista, y Patricia Vintém, clavecinista. Este trío actuó ayer con la colaboración de Javier Ovejero (a la derecha en la foto), quien toca el instrumento llamado theordo.
El estudio y la investigación continua de las piezas del músico italiano Antonio Vivaldi llevaron al melillense a descubrir “por casualidad” la primera pieza que se conoce de este italiano. Titulado en ‘Violín Barroco’ por el Conservatorio de La Haya (Holanda), Lupiáñez explicó que él se encontraba investigando en el repertorio de obras anónimas de Dresden (Alemania) sonatas para violín, con el objetivo de interpretarlas junto a su grupo.
Lupiáñez descubrió la primera pieza que se
conoce del compositor italiano Antonio Vivaldi
Fue entonces cuando se percató de que había “cosas parecidas” a las piezas compuestas a lo largo de su trayectoria por el italiano. No obstante, en un primer momento, rechazó la posibilidad de que la obra fuese de su autoría. “Me pareció imposible que, con los millones de musicólogos que había detrás de la obra de Vivaldi, aún no se conociera la pieza”.
Animado por su mentor en La Haya, Enrico Gatti, Lupiáñez sometió la composición al juicio de los expertos, quienes, finalmente, confirmaron que se trataba de una partitura del autor de ‘Las cuatro estaciones’. Se estima que la obra data del año 1700, momento en el que el italiano aún cursaba estudios universitarios.