CpM presentó ayer su lista electoral. Apuró hasta casi el último momento. De hecho, esperó al final del plazo marcado por la LOREG para poder oficializar su candidatura. Lo más llamativo de la misma no es sólo que haya incluido entre sus candidatos, en un puesto simbólico como el último o 25, a quien como Abderrahim Sellam pemanece en prisión preventiva desde su detención el pasado 19 de enero por presuntos delitos de blanqueo de capitales y asociación ilícita para el tráfico de sustancias estupefacientes. También resulta muy llamativo que entre sus primeros puestos CpM ya no incluya a ningún melillense de origen no bereber. Una clara involución para un partido que dijo nacer para promover el eclecticismo melillense en todos los ámbitos y que ha retrocedido abiertamente, en una apuesta que hasta ahora sólo le ha reportado una considerable pérdida de sufragios. De hecho, en 2003, cuando CpM consiguió el mayor número de votos de toda su historia electoral y un total de siete escaños en la Asamblea de Melilla, su candidatura estuvo más integrada que nunca por melillenses de las dos comunidades mayoritarias. Ahora, en 2011, retrocede a su etapa inicial y aunque, en función de la ley de paridad, no sólo presenta a dos mujeres en los cinco primeros puestos sino que a una de ellas la incluye en el número 2, es posible concluir, desde mi punto de vista, que CpM no sólo demuestra con su nueva lista electoral una clara involución, sino también una clara expresión de la mayor polarización hacia la que está derivando desgraciadamente nuestra política local.
Una polarización que no sólo se mide en la eterna confrontación CpM-PP que los socialistas alegaron para explicar el porqué del desmarque de sus socios cepemistas de cara a las autonómicas de mayo próximo.
El PSOE, partido original para muchos promotores de CpM que, en el 95, optaron por abandonarlo ante la falta de protagonismo político que se les daba en el mismo Partido Socialista de Melilla, tampoco incluye, para las próximas elecciones, entre los cinco primeros puestos de su lista, a ningún melillense de origen distinto al peninsular o cristiano, sociológicamente hablando.
Siempre he sido una defensora de las cuotas en el ámbito político para lograr que la mujer pudiera acceder con mayor facilidad a puestos de responsabilidad de difícil acceso en un mundo dominado primordialmente por hombres.
Con el mismo razonamiento, creo que hay que fomentar también en una ciudad como la nuestra la integración política de los musulmanes en las distintas candidaturas.
En realidad, hasta ahora, ningún partido lo ha hecho con suficiente fidelidad al principio integrador que dice defender. Ni siquiera el PP, que en cada lista electoral incluye progresivamente a un mayor número de candidatos de origen bereber –en algún caso, como el del actual vicepresidente segundo del Gobierno local, Abdelmalik El Barkani, en un puesto muy destacado-, pero sin que la mayoría de esos mismos candidatos gocen de especial relevancia o liderazgo en la comunidad musulmana de nuestra ciudad.
La confluencia de melillenses de todas las condiciones y orígenes, al margen de compartimentos estancos, sigue siendo hoy en día una asignatura pendiente que, como decía al principio de este artículo, está sufriendo por demás de una lamentable involución que en nada favorece la Melilla intercultural que tanto defendemos y anhelamos en un mayor estadio de desarrollo y veracidad.
Por lo demás, la lista de CpM ofrece pocas sorpresas. Vuelve a poner entre los puestos de posible salida a Salima Abdeslam, quien ya fuera diputada local desde septiembre de 2005 hasta las autonómicas de 2007, en suplencia de candidatos electos que como Juan Granda abandonaron su escaño por razones, se dijo en su día, de orden profesional. Salima Abdeslam ya entonces se convirtió en noticia en todo el territorio nacional por su uso de la hiyab. Fue la primera diputada local con el pañuelo cubriendo al completo su cabellera y cuello, y se convirtió por ello en una referencia para muchas mujeres melillenses que, igualmente, optan por el llamado velo islámico como parte imprescindible de su indumentaria.
Por cierto, que CpM, en su web, ha aclarado, respecto de la polémica en curso sobre su posición respecto de la ley francesa que prohíbe el uso del burka o el niqab en los espacios públicos, que defiende la libertad individual de cada mujer para vestirse como estime conveniente. Su postura no deja de ser respetable aunque desde mi punto de vista ni el niqab ni el burka sean prendas cuyo uso haya que promocionar ni mucho menos permitir cuando se imponen por la fuerza. En todo caso, CpM es libre de pensar como quiera pero no de mezclar malintencionadamente el rechazo al burka o el niqab con el uso del velo o hiyab, tal cual hizo hace unos días con el ánimo claro de enfrentar a los musulmanes con el PP y tachar una vez más a este partido de islamófobo. Lo dicho, un rasgo más de la penosa polarización que en mayor extremo viene caracterizando la política melillense.