El presidente de la Fundación Melilla Monumental, Francisco Javier Calderón, anunció ayer que la Ciudad está trabajando en la posibilidad de poner vigilantes privados por la noche en los accesos a Melilla La Vieja. De esta forma pretende dar una mayor sensación de seguridad a los vecinos de la zona.
A esta propuesta de ayer, habría que sumar la que hizo el pasado 22 de enero el consejero de Seguridad Ciudadana, Isidoro González, de poner cámaras de vídeo en El Pueblo.
Las dos medidas se toman por la inseguridad que generan los entre 70 y 80 menores extranjeros no acompañados que deambulan por las calles de la ciudad, especialmente por Melilla La Vieja.
Según explicó Calderón, el Pueblo es una atalaya desde donde los menas miran hacia la península. Agazapados en las escolleras del puerto, aguardan el momento de poder subir de polizón a un barco.
El propio consejero de Seguridad Ciudadana declaró a El Faro cuando anunció la futura instalación de cámaras de videovigilancia en Melilla La Vieja que en ese conjunto histórico-artístico existen “rincones” donde los menores extranjeros se ocultan. Asimismo, señaló que la colocación de esas cámaras era una petición de los vecinos de la zona.
González también afirmó que la ubicación de cámaras no se debía a un aumento de la delincuencia en Melilla La Vieja, aunque subrayó la sensación de inseguridad experimentada por los vecinos, lo que hacía recomendable tomar medidas. En términos similares se expresó ayer Francisco Javier Calderón al justificar la necesidad de dotar de vigilancia privada al Pueblo.
Es posible que la futura presencia de los guardias de seguridad y las cámaras de videovigilancia evite el acceso de los menores extranjeros no acompañados a Melilla La Vieja. No obstante, estas personas seguirán buscando un lugar que utilizar de trampolín hacia el puerto con el objetivo de introducirse sin ser advertidos en alguno de los buques que diariamente parten hacia la península.
El recinto amurallado quedará blindado por las medidas de seguridad. Sin embargo, es necesario preguntarse qué lugares alternativos buscarán los menores extranjeros para acercarse al puerto. Sólo así se evitarán episodios desgraciados como el ocurrido a principios de este mes, cuando se halló en aguas del puerto el cadáver de uno de esos jóvenes dispuestos a todo para llegar a la península.