El cine Perelló de Melilla tiene la única sala de proyecciones que sigue abierta en toda la zona del Rif desde Alhucemas hasta Nador. De los 1.223 cines que tenía registrados nuestro país en el año 2002, en 2014 quedaban sólo 710. Y ha llovido bastante desde que el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte sacó estas estadísticas (las últimas disponibles).
El norte de África no es ajeno a la crisis del cine. Las tres salas que tenía el barrio de El Real cerraron en 2010. Desde entonces la ciudad sobrevive sólo con el Perelló y con la proyección de una sola película por semana, excepto los domingos, que hay función matinal infantil desde hace un año. Apenas asisten entre 50 y 60 niños por día “que, al menos, pagan la luz”.
Según ha explicado a El Faro José Juan Navarro, uno de los seis propietarios del Perelló, las distribuidoras son exigentes con las salas y para pasar una película les piden que ésta se proyecte en exclusividad. Eso es lo que obliga a los gestores del único cine que hay en todo el Rif a apostar por una sola cinta comercial, que asegure, al menos, que se puedan cubrir los costes de la proyección.
De momento, los propietarios del Perelló no se pueden plantear proyectar cine independiente en Melilla. Sólo el traslado de la copia de la cinta hasta la ciudad cuesta entre 150 y 160 euros y luego, con suerte, en taquilla venderán de 20 a 25 entradas. “Si el edificio no fuera nuestro, en propiedad, si tuviéramos que pagar un alquiler, habríamos cerrado hace ya años como cerraron los demás”, comenta José Juan a El Faro.
Él ha visto cómo cerraban las salas del Real, las de Nador y sintió esos cierres como propios. “Piensas, el próximo seré yo”, añade.
La solución para frenar la sangría de espectadores tampoco pasa por apostar por las conocidas como ‘sesiones golfas’. “Si no van a las seis de la tarde, cómo van a ir a las doce de la noche”, responde su sobrino Segundo Navarro, otro de los dueños del Perelló.
Él lo tiene claro. Si el cine comercial no funciona, no quiere ni imaginarse qué pasaría si proyectaran cine independiente.
Fue el patriarca de la familia Navarro el que apostó por abrir un cine en Melilla hace 38 años, el 15 de diciembre de 1978. Apenas pisó esta tierra, a la que llegó desde Málaga “con mucha hambre”, se enamoró del edificio Perelló, construido en 1928 y dijo: “Si eso fuese mío”... Soñaba con hacerse con él y en cuanto se le presentó la oportunidad, lo compró.
José Juan, que es economista, por entonces estaba en Málaga y su padre le pidió que no trabajara para otros y lo animó para que se viniera a Melilla. Luego se juntaron el resto de hermanos, cada uno puso lo que pudo y abrieron el cine.
Como el Perelló ya estaba habilitado como sala de proyecciones, la familia Navarro apostó por dejarlo como cine “porque entonces era lo que estaba funcionando, aunque había más en la ciudad”, señala Segundo Navarro.
También por aquella época traían compañías de teatro al Perelló hasta que los costes empezaron a subir y bajaron el telón... ¿Para siempre? Puede, a menos que reciban algún tipo de ayuda de la Administración, no sólo para esto sino también para conservar el edificio que ya tiene 88 años. Tampoco descartan colaborar en la organización de un festival de cine en Melilla, pero para ello necesitarían el impulso de las instituciones públicas.
Los Navarro, que se confiesan como una familia unida, se han hecho cargo del cine Perelló, desde hace 38 años. Uno se ocupa de llevar las cuentas, otro de la taquilla, otro de la puerta… y así se reparten el trabajo. Eso ha ayudado a que el negocio resista el pulso que les están echando los espectadores y la piratería: “Toda la familia contribuye y salimos adelante de todas formas. Esta semana hemos tenido días con cuatro espectadores”, apunta Segundo Navarro.
Su tío, José Juan Navarro, tiene claro que ‘Ocho apellidos catalanes’ es de las pocas películas que el año pasado dieron al Perelló algo de respiro en taquilla. Con el filme de Emilio Martínez Lázaro estrenado el 20 de noviembre recaudaron en Melilla 9.446 euros: fue visto por casi 2.000 personas. “Una buena película te salva un mes, no te salva el año”, aclara José Juan.
El 2015 no fue para el Perelló ni mejor ni peor que 2014, pese al estreno de ‘Star Wars’ que tiene sus seguidores en la ciudad. Segundo lo describe de forma contundente: “Fue igualito”.
¿Ha valido la pena mantener abierto el Perelló? José Juan no duda en responder que sí. Y se explica. Al ser un negocio familiar cada uno echa una mano en lo que puede, pero, sobre todo, porque ha mantenido unida a su familia.
De Marruecos no viene nadie a ver cine a Melilla pese a que el Perelló es un muy barato (cinco euros la entrada, excepto el miércoles, que es el día del espectador y cuesta cuatro). Atrás yacen los años en que los amigos quedaban para ir juntos al cine. A veces hasta el mismo día del estreno, la película ya está pirateada en Internet. El cine no ha muerto, pero lo están matando”, lamenta José Juan.