l Comerciantes de la zona del Parque Hernández lamentan la bajada de ingresos a causa de las reparaciones l El ruido es una preocupación más.
Saliendo de la Plaza de España en dirección al Parque Hernández, una de las dos calles que flanquean esta zona verde de planta triangular es General Marina. Nos encontramos en uno de los lugares con más actividad comercial de Melilla, aunque algunos empresarios consultados por El Faro no se muestran muy satisfechos con la situación que atraviesa actualmente este barrio.
Una sola palabra es suficiente para quitarles el sueño y esa voz es “obras”. Que se lo pregunten a Chiqui, copropietaria de una tienda de moda de difícil acceso por culpa de una avería ocurrida justo ante su puerta.
Reventón de una tubería
“El miércoles por la mañana encontré mi tienda con todo levantado a la entrada. Pregunté a los obreros y me dijeron que se había reventado una tubería y la tenían que arreglar”.
Ese percance dejó a la propietaria sin poder trabajar durante la mañana. “Por la tarde volvimos y estaban echando cemento en la acera, pero volvió a explotar la tubería”. Resumen de lo ocurrido: un día entero sin ventas.
El jueves la cosa no fue mucho mejor. “Abrimos la tienda, pero ¿quién se atreve a entrar con todas esas vallas delante?, pregunta Chiqui, quien añade que las reparaciones llenaron la luna del escaparate de cemento, aunque los operarios la limpiaron. Aparte, el mármol del escalón de acceso quedó deteriorado.
“He hablado con los trabajadores a ver si aparece el encargado de la obra, pero no aparece. Nos dicen que pongamos una reclamación”, explica la dueña del negocio, que lamenta esos “dos días de pérdidas”. “Si hablo esto, me pongo mala”, sentencia.
En un comercio cercano, la situación no es mucho mejor. No por una fuga en las tuberías subterráneas, sino por la gran zanja que recorre la calle a la que da. Las vallas amurallan la entrada y el ruido de las obras es por momentos ensordecedor.
Yunaida es quien regenta esta tienda especializada en artículos para bebés. “Mira cuánto polvo entra por las obras. Y eso que acabo de limpiarlo esta mañana”, indica mientras muestra la impureza acumulada en las ruedas de algunos cochecitos.
“Las obras afectan a las ventas, claro. Si algún cliente se acerca al centro en coche y ve todo levantado, se marcha porque no puede aparcar. Y si viene andando, hace lo mismo porque hay barro y las obras hacen tanto ruido que molestan a sus bebés”.
El estruendo de las máquinas operando se llega a impregnar en el cerebro. “Para no oírlo tengo que poner la música alta y hablar alto a los clientes. Si no hago eso, a veces llego a casa y me creo que todavía estoy junto a la obra”.
Descenso en las ventas
Es evidente que los comerciantes desean un rápido final de las obras, dado cómo están afectando a las ventas. La dueña de un estanco cercano, que prefiere ocultar su identidad, asegura que desde que se iniciaron las reparaciones en las calles ingresa “un tercio” de lo que ganaba antes. Los comerciantes cuentan los días para que las obras finalicen.