Rotham, su mujer y sus tres hijos llevan tres meses en el CETI y tardaron otros tantos en llegar hasta Melilla.
De Damasco a Melilla, un viaje “largo y complicado” que pasó por Argelia y cruzó la frontera de Beni Enzar. Así resume Rotham, padre de una familia de cinco hijos, en declaraciones a El Faro, su particular historia que espera que no termine en nuestra ciudad. “Tengo un hermano que vive en Alemania y queremos ir a vivir allí con él”, sentencia este refugiado sirio.
Los lazos familiares que les unen con el país teutón es lo que han hecho que estos cinco residentes en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) no soliciten asilo en España. “Mi hermano me ha dicho que en Alemania se vive bien, que los seis primeros meses te dan una ayuda y que puedes encontrar trabajo”, sentencia Rotham.
Su caso es el mismo que el de muchas otras familias de su mismo país. “Nosotros llevamos tres meses viviendo en el CETI, pero hay personas que llevan incluso cinco”, lamenta este refugiado que, al igual que muchos compatriotas suyos, dice no entender por qué sigue en Melilla.
Hablar con la prensa
Es evidente que, tanto Rotham y su familia, como muchos otros refugiados que viven en el CETI, quieren hablar con la prensa. En la concentración de ayer en la Plaza de España, ellos y muchos otros manifestantes, levantaban la mano indicando con los dedos la cantidad de meses que llevaban en la ciudad.
En este caso concreto, este padre de familia cree que si la gente empieza a conocer casos como el suyo, la situación empezará a ser denunciada. Considera que es más que evidente que la situación que están viviendo no es tolerable, puesto que dicen sentirse encerrados en Melilla.
Condiciones de vida
Por otro lado, esta familia de sirios apunta que las condiciones de vida, tanto de salubridad como de comodidad, que ofrece el CETI no son aptas para una familia en su situación.
Así pues, lamentan que la mala higiene del centro, al estar éste sobreocupado, hace que las enfermedades sean más que frecuentes. “Mi hijo pequeño ha estado malo casi todo el tiempo desde que entramos a vivir aquí”, indica este residente del CETI.
Asimismo, lamentan el hecho de que las habitaciones no permitan que toda la familia viva junta y que la mujer y los niños vivan en un cuarto apartado del padre y compartido con muchas otras personas.