La Asociación Unificada de Guardias Civiles recuerda que ya alertó del problema de los menores en el Pueblo.
El fallecimiento de un varón de origen magrebí en el acantilado de Melilla La Vieja bajo el faro ha sido un trágico suceso que era “previsible”, según afirmaron ayer a El Faro desde la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) de Melilla. La entidad aseguró que no es la primera vez que un mena, (pues en la mayoría de los casos, las personas que intentan acceder a las instalaciones portuarias para intenta colarse en los barcos como polizones son menores de edad), sufre graves caídas al intentar saltar el muro del espaldón del puerto. La asociación calcula que se han evacuado de este lugar a entre seis y siete menores con graves fracturas. Por tanto, que uno de ellos haya fallecido en los acantilados de la ciudadela era “previsible”.
De hecho, recordaron que hace unos tres meses la Guardia Civil ya rescató a otro menor de entre 16 y 17 años “prácticamente moribundo” en la zona de la Boca del León. Según explicaron desde la AUGC, el menor resbaló en las escolleras y por el efecto del oleaje se había herido gravemente al ser empujado contra las rocas. “Los agentes lo encontraron prácticamente moribundo”, recalcaron desde la asociación.
La AUGC lamentó lo ocurrido y recordó que hace algunos meses ya advirtió a las autoridades competentes de la problemática de tener en las calles de Melilla a cerca de 400 menores extranjeros no acompañados (menas) “deambulando con total impunidad”. La asociación considera que tanto la Delegación del Gobierno como la Ciudad Autónoma tienen en este punto una responsabilidad compartida. Especialmente la Ciudad Autónoma, como entidad tuteladora de menas. “Partimos de la base de que una parte de la responsabilidad es de la Ciudad Autónoma por no tener a los menores en custodia”, precisaron.
“Ahora el tiempo nos da la razón”, lamentó la AUGC, que resaltó la importancia y necesidad de que ambas Administraciones Públicas adopten medidas urgentes.
Una cornisa resbaladiza
Pero esas medidas no pasan por instalar una verja, como se hizo a principios de mayo en el lateral del faro de Melilla La Vieja, de la que ya informó El Faro el 9 de mayo. La AUGC puso de relieve que esta estructura metálica instalada “no es la que hace que la zona sea insegura”. Puesto que ya de por sí la ruta que siguen los menas e inmigrantes desde el faro, bordeando el acantilado hasta la zona de la Boca del León es peligrosa. La AUGC considera que el mismo lateral del faro de Melilla La Vieja entraña un riesgo mayor porque los mena pueden precipitarse en caída libre varios metros hasta el fondo del acantilado.
La asociación de la Benemérita detalló que la cornisa por la que los menas se desplazan hasta alcanzar el cable del pararrayos del faro para descender por el acantilado es especialmente peligrosa. Tiene unos quince centímetros de ancho y está inclinada. Desde la AUGC creen que el varón fallecido pudo resbalar desde este punto, máxime teniendo en cuenta que la muerte se pudo producir un día antes del hallazgo y rescate del cuerpo, es decir, el pasado lunes. La AUGC recuerda que ese día llovió mucho, por lo que la citada cornisa sería especialmente resbaladiza, lo que pudo favorecer que el joven fallecido se precipitara al vacío.
¿Por qué no se tuvo conocimiento del accidente el día que se produjo?
La Policía Judicial de la Guardia Civil se ha hecho cargo de la investigación para esclarecer las circunstancias de la muerte de un varón de origen magrebí en Melilla La Vieja, de donde fue rescatado el pasado martes. Sin embargo, la muerte pudo producirse, al menos, un día antes. Generalmente, los menas e inmigrantes que escalan el lateral del faro en grupo no lo hacen solos, lo que hace suponer que la víctima estaba acompañada en el momento en el que cayó al vacío. Entonces, ¿por qué no se denunció el accidente ese mismo día?
Desde la AUGC apuntaron que los menas, aunque van en grupo, si alguno se lesiona o le pasa algo optan por “desentenderse y no avisan”. La Asociación Unificada de Guardias Civiles en Melilla cree que los menores tienen “miedo de que se les pueda culpar de un accidente o, en definitiva, granjearse problemas”.
En términos parecidos se expresó ayer el presidente de la Asociación Pro Derechos de la Infancia (Prodein), José Palazón. Aseguró, en declaraciones a El Faro, que no es la primera vez que ocurre algo así. “Nunca ha habido nadie que hable por miedo, porque creen que les puede suponer un problema o que se tomen represalias en contra de ellos. Están muy asustados ya por el simple hecho de su situación”, precisó Palazón.