Más de 30 familias denuncian que no pueden escolarizar a sus hijos porque no están empadronados, en cambio, tienen acceso a los servicios sanitarios
Son niños marroquíes. No tienen tarjeta de residencia ni están empadronados. Sus familias viven en Melilla, pero no tienen un documento oficial con el que justificarlo. Piden que se les matricule, pero el Ministerio de Educación se lo deniega. No se puede sin un certificado del padrón. Estas familias, más de 30, también han pedido al Ingesa que dé cobertura sanitaria a sus pequeños. Los menores extranjeros tienen derecho por ley. Con este certificado del Ingesa en la mano exigen que acepten a sus hijos en los colegios, pues aseveran que es un papel que acredita que viven en Melilla. Por un lado, el acceso a la Sanidad y a la Educación son derechos reconocidos a los menores. Por otro, un certificado sanitario o una matrícula en un centro educativo son documentos que ayudarían a los más pícaros a conseguir una residencia en Melilla. La polémica está servida.
La ONG Movimiento por la Paz desarrolla desde hace un año un proyecto para detectar casos de personas que se sienten discriminadas en Melilla. Se trata de un programa del ‘Consejo para la eliminación de la discriminación racial o étnica’. Los técnicos de la ONG median entre las personas que sufren esta ‘marginación’ y quien la provoca, sin tener que llegar a los tribunales. Una de las denuncias más frecuentes es la de una familia de origen marroquí que no puede matricular a sus hijos en los centros públicos. No tienen residencia ni están empadronados. Son tan numerosas las quejas de este tipo que se han englobado en una sola reclamación colectiva. Actualmente, está sin resolver.
La polémica es la siguiente: ¿Por qué un Ministerio como el de Sanidad reconoce que el menor marroquí vive en Melilla y el de Educación no? Por un lado, el Ministerio de Educación exige desde hace más de diez años que los escolares presenten el empadronamiento para estar matriculados. Se trata de una norma nacional. Ningún niño de Valencia se puede incorporar a un colegio de Sevilla si no tiene residencia en la ciudad andaluza. Ésta es la única forma de certificar que están la ciudad y por lo tanto, de que tiene derecho a estar en un centro público. Por otro, los niños marroquíes no tienen cómo acreditar que están viviendo en Melilla porque los padres no tienen ninguna autorización para residir en nuestra ciudad. El único documento oficial es un certificado que expide el Ingesa para que los menores sean atendidos por los servicios sanitarios, como cualquier niño.
El instituto de Sanidad envía, según las familias, a los trabajadores sociales a sus casas, comprueban que tienen pagados recibos de la luz, el gas y el alquiler. También entrevistan a los vecinos y por lo tanto, documentan que están viviendo en la ciudad.
Una vez que cuentan con este documento, es cuando las familias reclaman que acepten a los menores en los colegios. Aseguran que ya hay un órgano oficial que ha comprobado que residen en la ciudad. Sin embargo, al Ministerio de Educación sólo le vale el certificado del padrón. No obstante, el director provincial de Educación, José Manuel Calzado, aseguró ayer a El Faro que también aceptan a menores que tengan en trámite la tarjeta de residente.
Conseguir la residencia
Calzado señala que hay mucha picaresca entorno a las matriculaciones de los escolares. Destaca que “tiene profundas sospechas” de que familias marroquíes empadronan a sus hijos en la casa de un familiar en Melilla para tener derecho a la educación pública, pero durante el curso viven en las localidades cercanas a la ciudad y cruzan a diario la frontera.
También hay padres que utilizan el certificado de la matriculación de sus hijos en el colegio para acreditar que están viviendo en Melilla y así, conseguir la residencia legal en el país. El director provincial afirma que atiende todas las solicitudes que cumplen con la normativa, pero asevera que lo que no puede hacer la ciudad es escolarizar a todos los menores marroquíes del entorno de Melilla.