Fray Fernando Linares será el primer pregonero de la fiesta de la Virgen de la Victoria. Apuesta por las peregrinaciones para reavivar la devoción a la Señora.
Fue en 1998 cuando se hizo cargo del convento de los capuchinos de Melilla. Había estado en otras ocasiones en la ciudad, pero fue a raíz de esta experiencia como conoció de verdad la vida de los melillenses. Descubrió un pueblo abierto, acogedor y que desconocía por completo el patrimonio que encierran las murallas de El Pueblo. Fray Fernando Linares se marchó con mucha pena de Melilla cuando se cerró el convento que está junto a La Purísima. En esta parroquia ofrecía consuelo a los fieles y rezaba a la Virgen de la Victoria a diario. A ella le debe muchas cosas, como centenares de ciudadanos que le han pedido en más de una ocasión que le obrara un milagro. Asegura que una forma de incentivar la devoción por esta imagen es convertir su parroquia en lugar de peregrinación. “La Purísima debe ser declarada santuario de la Patrona de Melilla”, afirma este monje capuchino a El Faro. El próximo 23 de agosto será el primer pregonero que tenga la festividad de la Virgen.
Fray Fernando explica que son muchos los motivos que han hecho que con el paso del tiempo la Patrona tenga menos ‘seguidores’ que otras imágenes de la ciudad. El laicismo de esta época es uno de esos factores. Este monje destaca que el laicismo ha aportado elementos muy positivos a la sociedad, pero también ha provocado que muchas personas pierdan la fe en la Iglesia. “Los cristianos están bajo mínimo”, asevera.
También resalta que son muchos los jóvenes que tuvieron que emigrar durante el último periodo del siglo pasado y eso ha hecho que la tradición de celebrar la fiesta de la Patrona no se haya trasmitido de generación en generación en todas las familias cristianas.
Fray Fernando asegura que hay que recuperar la devoción por la Virgen de la Victoria, la misma que sentían los melillenses hace años. Esa fe que motivó que en los 40 los ciudadanos le regalaran a la Patrona una corona “fuera de serie”.
Pero, ¿cómo hacer que los melillenses vuelvan a tener fe en esta imagen de La Purísima? El monje señala que lo primero es pedírselo a ella. En segundo lugar, apuesta por convertir esta parroquia en un santuario de la Virgen para que los melillenses peregrinen a su encuentro en determinados días del año, como se realiza en otras regiones españolas.
Explica que hay que ir más allá de que en un documento oficial se confirme que La Purísima es un santuario. Fray Fernando indica que los sacerdotes de esta iglesia deben cambiar la forma de ejercer su pastoral para adaptarla a la acogida de los peregrinos.
‘Los perezosos’
El monje también habla sobre los fieles perezosos, esos que no quieren subir los 104 escalones que hay para llegar a La Purísima desde el Puerto. “Les cuesta subir a ver a la Patrona y eso que viene estupendo para adelgazar”, apunta. Por eso, anima a los melillenses a esforzarse un poco y participar este año en las actividades que se organizan por el día de la Patrona.
Él no ha olvidado a la Virgen de la Victoria. Tiene su imagen en su despacho de Sevilla. “No es sólo devoción lo que siente por ella, sino auténtico amor”, asevera.
“Es especial. Si las piedras de El Pueblo hablaran, nos echaríamos a temblar”, explica el monje sobre los milagros y las obras de la Virgen de la Victoria. Destaca que esta imagen ha sido referencia para los melillenses, un pueblo que ha sufrido guerras, asedios y mucha hambre. Fray Fernando afirma que la Señora “ha sido el paño de lágrimas, el apoyo de los enfermos y de los que huían para sobrevivir fuera de esta tierra y la testigo de muchas situaciones complicadas”.
El monje capuchino confiesa que nunca antes ha hecho un pregón. El que le dedique a la Virgen de la Victoria será el primero que escriba. Ha rechazado en numerosas ocasiones ser el pregonero de fiestas, pero claro, a la Patrona de Melilla no se le puede decir que no. Fray Fernando aún no ha pensado cómo va comenzar o finalizar el discurso. Aunque mientras habla con El Faro se le ocurren un par de ideas. En el monasterio de Sevilla ha encontrado cartas de fieles a la Virgen agradeciéndole su protección y quizás utilice algunas de estas palabras para su pregón. Lo que tiene claro es que no va a dar una clase de historia sobre la imagen y los símbolos de la Virgen porque no quiere aburrir a nadie, sino animar a los fieles a que se acerquen a la Patrona, a que le confiesen sus miedos y suban de vez en cuando a charlar con ella.