El ‘diplomático de la pajarita’ viene hoy a Melilla a presentar un libro muy personal sobre fútbol. Con El Faro habla de Felipe VI, Del Bosque y Rabat.
No llegó a ministro, ni falta que le hace. Inocencio Arias y su eterna pajarita se han convertido en la imagen más popular de la diplomacia española. Su mano izquierda convenció a UCD, PSOE y PP. Es de esos hombres a los que si le dan la última palabra ante un pelotón de fusilamiento, convence a todos para irse de cañas. Hoy estará en Melilla para hablar de fútbol (20:00 horas, Teatro Kursaal, entrada gratis). Viene a presentar su libro ‘Mis Mundiales’ (Plaza & Janés, 2014). Ayer accedió a contestar las preguntas de El Faro sobre el batacazo de la Selección española en Brasil, la coincidencia con la proclamación de Felipe VI y también de las decisiones diplomáticas que afectan a Melilla.
–¿Esperaba la derrota de España en Brasil?
–No la esperaba para nada. Ni yo ni nuestros enemigos. No sólo perdimos los dos primeros partidos, algo inédito en la época de Vicente Del Bosque, sino que lo hicimos sin convencer.
–¿Cree que la derrota en Brasil encaja con el momento histórico que está viviendo España?
–No creo que esto disminuya nuestra autoestima, pero no ayuda. Por otra parte, recordemos que la cohesión y la unidad española no salieron reforzadas después de que ganáramos el Mundial de 2010. Creíamos que sí, pero no fue así. Un año más tarde, en el 2011, el traje estaba más deshilachado que en el 2009.
–¿No le parece una fatídica coincidencia que la Selección pierda como ha perdido justo el día antes de la proclamación del rey Felipe VI?
–Es una curiosa coincidencia, pero no hagamos analogías. El actual Rey, bien preparado (he viajado bastante con él) y al que le gustaría que la corrupción y el paro desaparecieran, comienza con buen pie. Unas palabras pertinentes, actividad cargada y adecuada, buenas expectativas. Demasiadas porque los problemas de España, el catalán por ejemplo o el paro, no dependen de él para su solución.
–Como diplomático, qué le parece que a la proclamación de Felipe VI no haya sido invitada ninguna Casa Real ni ningún jefe de Estado. ¿Teme la Casa Real española al qué dirán con la que está cayendo aquí?
–Un poco raro, no sólo la ausencia de coronas europeas sino de presidentes amigos. Pienso que al nuevo Rey le va la austeridad y que han debido calibrar, él y el Gobierno, que hubiéramos hecho un papelón si, al invitar con poco tiempo, los importantes no venían y se nos colaban algunos indeseables. Por otra parte, el Gobierno ha estado un tanto, quizás un poco de más, cauteloso ante la posibilidad de manifestaciones si se hacían las cosas con más boato. Tengo dudas sobre si ha acertado con el formato austero. Puede que sí, no sé.
–¿Cree que Vicente del Bosque debe seguir como seleccionador o hay que renovar y empezar de cero?
–Ha tenido un tropiezo. Los jugadores llegaron cansados, pero ha tenido más aciertos. Yo no lo despediría.
–Si me permite, hablemos de Melilla. La semana pasada los líderes del Movimiento para la Liberación de Ceuta y Melilla disolvieron la asociación y en marzo pasado los responsables de la frontera marroquí se hicieron una foto en territorio español con el ministro del Interior español y las autoridades de Melilla. ¿Cree que Marruecos ha
desistido de hacerse con Melilla y Ceuta?¿Estamos empezando a vivir un nuevo tiempo?
–No puedo opinar. Puede que signifique que a corto y medio plazo sí. A largo plazo no sé. Desde luego para mí estamos hablando de dos ciudades españolas.
–En octubre pasado, dos jóvenes melillenses murieron tiroteados por la Marina Real marroquí en aguas marroquíes. España pidió explicaciones por la vía de urgencia en al menos dos ocasiones y seguimos sin recibir las explicaciones ni noticias de si ha habido detenidos en relación con esos hechos. Desde fuera parece que Marruecos ningunea a España. ¿Es así?
–La creencia de que Marruecos nos ningunea la llevo oyendo desde que entré en la diplomacia. En Marruecos, la acusación es la contraria, “España ningunea a Marruecos” con esto y con aquello. No creo sinceramente que Marruecos nos ningunee.
–Cuando llegó Rajoy al Gobierno, las relaciones con Marruecos eran malas. ¿Por qué cree que han mejorado? ¿El Sahara es el contrapunto de España para tener a Marruecos contento?
–No concuerdo con su afirmación. El Gobierno de Zapatero tenía unas buenas relaciones con Marruecos. Rajoy las ha mantenido. Precisamente dado que me menciona el Sahara le diré que Zapatero dio un giro considerable en el Sahara inclinándose claramente hacia las posiciones de Rabat. Eso desde el principio. Recuerdo muy bien cómo la gente del Polisario que se movía en Naciones Unidas, cuando llegó el PSOE al poder y vieron lo que hacía Zapatero me dijeron lisa y llanamente, con amargura: “No nos podíamos imaginar que precisamente un Gobierno socialista español iba a cambiar la política de los anteriores y abrazar las tesis de Marruecos”. Estaban sorprendidos y amargados. Sobre el fondo del tema no cabe la menor duda de que el Gobierno de Rabat y la Corona marroquí juzgan al Gobierno de Madrid en función de su postura en el Sahara. Quizás por encima de todas las cosas.
–Un grupo de pequeños empresarios españoles asegura haber sido estafado en Marruecos y la respuesta del Gobierno está siendo tibia. ¿A qué se debe tanta cautela con las pymes si luego da la cara en conflictos como el de Sacyr en Panamá?
–Lo ignoro. Yo estoy archijubilado y no tengo conocimientos para saber si eso es así.
–Interior asegura que este año ha realizado en Melilla dos de las operaciones antiyihadistas más importantes desde 2001. Los presuntos yihadistas detenidos querían atentar en Marruecos. ¿A qué cree que se debe la radicalización y por qué germina en Melilla?
–La radicalización va a seguir. Hay fanáticos islamistas que siguen inculcando ideas radicales de guerra santa a los jóvenes y luego, ante un atentado, no hay un clamor en el mundo islámico, aunque la mayor parte su gente sea pacífica, que grite que se acaba de cometer una atrocidad y que esa barbarie no es propiamente islámica.
Hay bastantes creadores de opinión que piensan que es algo repudiable, pero muchos se callan o lo condenan tibiamente. Las zonas que estén cerca de un país islámico, aunque Marruecos odie el terrorismo, y en las que hay una población islámica mayoritaria son más propensas a hacer germinar una minoría fundamentalista y violenta.