LA niebla, una circunstancia meteorológica que no tiene casi incidencia en el día a día de la mayoría de los españoles, trastocó ayer cientos de planes en nuestra ciudad.
Un total de 768 pasajeros que tenían Melilla como lugar de partida o destino vio trastocados sus planes. Las nubes que ocultaban nuestra ciudad impidieron el despegue y aterrizaje de los aviones con seguridad. Esta situación, como es lógico, llevó a la compañía Air Nostrum a cancelar 13 vuelos. No se retomaron las operaciones hasta pasadas las 16:00 horas, cuando las condiciones meteorológicas mejoraron, desapareció la niebla como por arte de magia y la actividad en el aeropuerto comenzó a recuperar la normalidad. Mientras tanto, Melilla permaneció incomunicada por aire, con todo lo que esto representa para nuestra ciudad.
La mejora de los transportes es una obsesión del Gobierno local y motivo de encendidos debates con la oposición. Ningún melillense se toma este asunto a la ligera porque tanto el barco como el avión son imprescindibles para poder sentirnos con los mismos derechos que los ciudadanos del resto del país.
En esta línea, el empeño del viceconsejero de Turismo, Javier Mateo, se centra últimamente en conseguir hacer realidad los enlaces nocturnos por aire con la península. No es la primera vez que se plantea este objetivo. Melilla no quiere que la programación de los vuelos dependa de las horas de sol que haya en las diferentes estaciones del año. No obstante, hay que reconocer que volar de noche sería una aspiración lógica sólo si estuvieran garantizados los despegues y aterrizajes en nuestra ciudad en medio de situaciones meteorológicas como las de ayer. En otros aeropuertos de nuestro país bancos de niebla de este tipo son un pequeño inconveniente que se supera con dispositivos técnicos. Melilla no es una ciudad como el resto y tampoco lo es su aeropuerto. Las soluciones que se aplican en otros lugares no siempre tienen aquí la misma efectividad. Pero esto no debería empujarnos irremediablemente a la resignación. La experiencia de ayer, que no es nueva, tendría que servir para reforzarnos aún más en nuestra convicción de que necesitamos tener unos medios de transporte efectivos, incluso más que en el resto del país porque en nuestro caso no existen alternativas para realizar un viaje por otros medios que no sean el barco o el avión.
Ayer la niebla coincidió con el inicio de las vacaciones de Semana Santa para muchos melillenses, lo que agravó aún más la situación. Por desgracia, nuestra ciudad aún no se puede considerar un importante destino turístico. Pero si algún día se materializa el difícil sueño del viceconsejero Mateo de que Melilla sea conocida por sus playas, no puede ocurrir que quienes quieran venir a visitarnos se queden en tierra por una niebla que en otros aeropuertos pasaría desapercibida. Ayer los melillenses fuimos quienes sufrimos en mayor medida las cancelaciones, pero no todos los españoles están acostumbrados a ser tan comprensivos ni saben tomarse este tipo de situaciones con la resignación que nos caracteriza a quienes residimos en esta tierra.