Nació en Melilla el 25 de enero de 1980. Desde septiembre de este año trabaja de camarero en el bar del Centro Hijos de Melilla. Simpático y jovial como es, asegura que, a medio plazo, su sueño es abrir su propio salón de peluquería.
–¿Cómo empezó en los bares?
–De ayudante. Quería sacar algo de dinero y era la manera más fácil que encontré.
–¿Qué es lo que más le gusta y lo que menos de trabajar en la hostelería?
–Me gusta estar de cara al público y encontrarme con gente agradable y simpática. En el reverso de la moneda, lo que menos es tener que atender a ciertas personas que no lo son tanto. Hay que aguantar muchas cosas en un bar.
–¿Cuál es su tapa favorita del bar?
–La cazuela de marisco, sin duda. Está riquísima.
–Pero lo que le gustaría en realidad sería montar su propio negocio de peluquería, ¿verdad?
–Sí. A esta edad, me gustaría tener cuanto antes mi trabajo como peluquero y ya retirarme ahí.
–¿No es un cambio muy brusco respecto a trabajar en un bar?
–Hombre, es que me gustaría dejar de trabajar en la hostelería, porque esto quema y, como he dicho antes, tienes que tener mucho aguante.
–Pero el mundo de la hostelería y el de la peluquería no tienen nada que ver...
–En una peluquería uno está más concentrado y más tranquilo. Si te montas tu negocio, no hay nadie que te mande ni que esté encima de ti. Abres a las nueve de la mañana, cierras a las dos y vuelves a abrir a las cinco y a cerrar más tarde. Esa rutina me encantaría, y también descansar dos días a la semana. En la hostelería, en cambio, tienes que estar pendiente de todo.
–Entonces, ¿su próximo reto es conseguir su propio negocio?
–Efectivamente, mi ambición y mi objetivo sería montar mi propia peluquería. Algo sencillo y relajado, porque ya estoy cansado de trastornos mentales y a ver si voy a salir afectado de aquí (se ríe).
–¿Qué es lo más extraño que le ha pasado en su vida? Alguna anécdota curiosa...
–En un bar suceden muchas cosas, pero nada especialmente raro, la verdad. Siempre es más o menos lo mismo.
–¿Cuál es su expresión melillense favorita?
–La que más me gusta es un insulto, así que no la voy a decir, jajajja.
–¿Cuál es su rincón favorito de Melilla?
–Cualquier parte de Melilla la Vieja en general me gusta mucho. Adoro pasear por allí.
–¿Cuál es su filosofía de vida?
–Yo siempre soy feliz. Los problemas los dejo atrás, porque, si les prestara mucha atención, me hundiría.
–Diga un lugar al que le apetecería viajar.
–A Fuengirola. Es mi sitio favorito. Ahí he vivido experiencias bonitas.
–¿Viajaría al futuro?
–No, la verdad. Prefiero quedarme donde estoy.
–¿Cuál sería la época histórica que le habría gustado vivir?
–Ninguna en concreto. La que estoy viviendo ahora está mucho mejor.
–¿Usa mucho las redes sociales?
–No. Muy poco. No he llegado a engancharme a ellas.
–¿Cuál es su color favorito?
–No puedo quedarme con uno sólo. Tendrían que ser dos: el negro y el rojo.
–¿Su comida favorita?
–En general, el cus cus dulce.
–¿Y su bebida favorita?
–La Coca Cola.
–¿Su época preferida del año?
–El verano, porque hace calorcito y buen tiempo, y la primavera, que la sangre altera.
–¿A qué dedica el tiempo libre?
–No tengo demasiado, pero, cuando puedo, me gusta salir fuera a comer, a pasear, a despejarme y a visitar distintos lugares. Total, que el día de descanso es para mí y me lo tomo de relax.
–¿Cuáles son sus aficiones?
–Me gusta mucho el deporte, sobre todo salir a correr, que me encanta. Verlo por televisión no me hace mucha gracia. Prefiero practicarlo.
–¿Qué prenda de ropa no falta en su armario?
–Que no falte el delantal, que de las otras cosas siempre hay.
–¿Tiene miedo a algo?
–La verdad es que no. Debo de ser un tipo valiente.
–¿Cuál es el mejor consejo que le han dado?
–No lo sé, la verdad. Yo te puedo aconsejar, pero el problema es que a mí no me aconseja a nadie.
–En ese caso, ¿cuál es el mejor consejo que ha dado usted?
–No hace mucho, a un cliente, le dije cómo tenía que hablar con las mujeres. Creo que es un buen consejo.
–¿Su mejor y su peor recuerdo?
–Mi peor recuerdo prefiero guardármelo para mí. Eso no lo voy a contar. En cuanto al mejor... (se queda pensando). Lo mejor es que, de momento, estoy viviendo.